El molde del cine comercial, queremos decir.
Cuanto más comercial es el cine que realizas, más te encasillan en Hollywood, y hacer otro tipo de películas es realmente difícil.
El director de Anaconda y The Specialist acaba de presentar en Berlín su último filme, una adaptación de la extraordinaria novela La Fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa.
La libertad creativa que he encontrado con La Fiesta del Chivo me ha llenado de satisfacción y orgullo. Nunca se puede decir de este agua no beberé, pero ahora no volvería a Hollywood si no me permiten hacer filmes con mayor creatividad.
No obstante, el director tuvo que claudicar ante ciertos imperativos del mercado: rodó su película en inglés.
La Fiesta del Chivo, la novela de Vargas Llosa, mezcla realidad y ficción para hacer un recuento de la cruel dictadura, vida y muerte del sanguinario Rafael Leónidas Trujillo, quien gobernó con mano de hierro en República Dominicana por más de 30 años.
Quizás la sed de venganza personal no es muy noble o positiva, pero ésa fue la realidad. Me interesaba más eso que los aspectos políticos. De cómo la dictadura de Trujillo incide de manera trágica en la vida personal de tanta gente. Las dictaduras son algo familiar para nosotros. Yo de niño viví bajo una de ellas, y cuando se escribía el libro en Perú gobernaba Fujimori. Es muy difícil no encontrar similitudes entre el jefe de Inteligencia de Trujillo y el asesor de Fujimori Vladimiro Montesinos. Por eso, la película tiene, para mí, muchas referencias vitales.
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