¿No se te ha ocurrido que ese guión, que tanto te costó escribir y que nunca filmaste, podría convertirse en una excelente obra de teatro? Cine y teatro tienen mucho en común. Son como primos. Así que en principio no es mucho el trabajo que necesitas invertir para convertir en una obra ese guión que nunca fue película.
La semana pasada estuve como observador en el excelente taller de actuación que cada año dicta en nuestro país Lisa M. R. Formosa, miembro vitalicio del Actor’s Studio. El taller es organizado por el Gimnasio del Actor que dirige Matilda Corral. Para cualquier realizador o guionista, se trata de una oportunidad imperdible para compartir e intercambiar experiencias con los actores, piezas clave de cualquier obra cinematográfica, fuera del ámbito del set.
Lisa M. R. Formosa es dueña de una performance pedagógica que resulta, al mismo tiempo, inspiradora y emocionante, sin dejar de ser implacable y rigurosamente instructiva. Yo nunca había estado en una clase donde se enseñara una técnica a través de la emoción (bueno, eso fue lo que me pareció a mí). Sospecho que este taller divide la carrera de todo actor en un antes y después.
Como parte de la rutina de trabajo del taller, a cada participante se le adjudicó una escena de alguna obra, para ser preparada y representada. Más tarde, cuando comenzaron los ejercicios, yo no dejaba de pensar en la clase de películas en que podían transformarse aquellos textos. A mí, particularmente, me gustaría adaptar dos de aquellas piezas.
Del teatro al cine
Pero al mismo tiempo, y esto sí que era inusual, también se me ocurrió que mi proyecto “Sín Título” (no, no se llama así: es que no le he puesto título aún), cuyo argumento y primeras 30 páginas están escritas desde hace tiempo, podría ser una pieza teatral, cuando menos, interesante.
Esa certidumbre se afianzó en mí después, al leer un par de piezas de Marcos Purroy, recogidas en el libro Lobo Rojo, que el mismo Purroy me regaló durante el taller. Dramaturgo y director teatral, Purroy es el autor de 900-Pánico, un corto texto teatral que originara el estupendo cortometraje de Hernán Jabes.
Marcos Purroy tampoco es el único dramaturgo que me ha regalado su libro en los últimos días. Hace poco más de un mes, Rodolfo Santana me obsequió la recopilación de sus obras. Y, ahora, después de leer alguna de ellas, me asalta la misma idea:
¿Y si escribo ‘Sin Título’ como una pieza para teatro? Al fin y al cabo son pocos sus personajes -no más de 5 principales-, una única locación y en cuanto a escenografía, utilería y vesturio, no se necesita casi nada. Sólo tendría que resolver el problema de LA VOZ EN EL TELÉFONO, para que no quede como una chaborrada.
Al fin y al cabo, al menos en Caracas, el teatro puede llegar a ser mejor negocio que el cine. Un día de la semana pasada, a la salida del curso, me topé con una multitud que inundaba el lobby del CELARG. Cuando pregunté qué pasaba, me dijeron que era el público, esperando por entrar al reestreno de la pieza Improvisto…
Si éste era el reestreno…
No soy el único que piensa en cine y teatro
O que piensa que el teatro puede ser una buena alternativa al cine. Puede que no sea tan descabellada pues, mi idea de hacer de “Sín Título” un texto para teatro. Casualmente, ayer me tropecé con un artículo publicado por The Guardian en el que Frank Cottrell Boyce, autor de los guiones de 24 Hour Party People y A Cock and Bull Story, revela sus reglas doradas del oficio de la escritura de un guión.
Con un humor cáustico, Cottrell Boyce cuenta la razón que le llevó a revisar su mala opinión sobre los manuales de escritura de guiones:
Tiempo atrás, me tocó ir al pROgrama sobre cine de Radio 4, el mismo día que Simon Pegg (protagonistas y guionista de Hot Fuzz). Nos preguntaron nuestra opinión sobre los manuales de escritura de guiones. Yo los desestimé como un compendio de clichés para hacer rico rápidamente al autor del manual. Pegg dijo que él pensaba que eran útiles. Nuestros filmes fueron estrenados ese fin de semana. El suyo, acumuló pilas de dinero. El mío se hundió en la taquilla. Bueno, pensé, puede que me haya estado perdiendo de algo.
Cottrell Boyce se puso entonces, libreta en mano, a revisar sus películas favoritas para descubrir qué las hacía funcionar. Con el fin de publicar su propio manual, no de cómo él escribe, sino de cómo habría querido escribir.
¿Y cuál es su primer consejo?
Escribir una obra de teatro en vez de una película:
¿Estás completamente seguro de que necesitas escribir un guión? Hacer cualquier película toma años. Acabo de terminar un telefilme para la BBC al que le tomó 20 años ir de la idea a su concreción. Si tienes una gran historia, acaso sea mejor escribirla como pieza teatral, o como una novela. Para traer una película más al mundo, alguien necesita amar la historia lo suficiente como para gastarse millones de libras en ella, y años de su vida. Una obra cuesta unos pocos miles y un par de meses. Además, hará de ti un dramaturgo, que es una buena vía para luego convertirte en guionista. Y si la obra es exitosa, la gente querrá hacer la película.
En los días próximos, seguiré publicando más extractos del interesante artículo de Cottrell Boyce. Ahora los dejo, tengo una obra de teatro por escribir…