Si hay alguna película que no me canso de ver, que he visto y revisto y vuelto a ver, que he estudiado y cuyos diálogos puedo recitar de memoria es, y me perdonan la cacofonía, Memorias del Subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea.
Si hay una película de la que quisiera hacer un remake o, mejor, una reinterpretación en el contexto político venezolano actual es, nuevamente, Memorias…
Echando mano del mejor Eiseintein y el mejor Brecht, a medio camino entre el documental y la ficción, estructurada como un collage, Memorias... es una ácida mirada, en clave neorrealista –siento que el filme también le debe mucho a Antonioni–, a la entonces naciente revolución cubana, a través de los ojos de Sergio, un hombre de clase acomodada que decide quedarse en la isla para ser testigo del devenir del proceso liderado por Fidel Castro; en los días previos a la Crisis de Octubre.
Sino la mejor, una de las mejores películas latinoamericanas, en mi opinión.
Adaptación de la novela de Memorias del Desarrollo.
Memorias del Subdesarrollo | Ver en mayor resolución