Los carteles de Diario de una Ninfómana son víctimas de la censura.
Pues sí: en pleno siglo XXI sigue sucediendo. El desnudo sigue creando polémicas. Mucho más si se trata de un desnudo femenino.
Aún más si el cuerpo femenino es mostrado en un contexto que sugiera el derecho de toda mujer a disfrutar. A disfrutar del sexo.
Según reseña la gente del excelente blog colectivo Extracine, la empresa que gestiona el transporte público de Madrid se ha negado a colocar en sus autobuses el cartel del film Diario de una Ninfómana, una película para mayores de 13 años, dirigida por Christian Molina.
La empresa considera el cartel “de dudosa legalidad y gratuitamente provocativo”.
Según el director de Diario de una Ninfómana, una emisora de radio de cobertura nacional también se niega a hacerle publicidad al filme por “razones morales”. –¿Una emisora de radio? Si me dijeran de TV, sería comprensible, pero ¿de radio?
Como dicen los jóvenes blogueros hoy en día: WTF!
Mientras tanto, en Brasil…
La otra cara de la moneda de este asunto está en Brasil. Según La Folha de São Paulo, en el último Festival de Río, el actor Pedro Cardoso, parte del elenco Todo Mundo Tem Problemas Sexuais, de Domingos de Oliveira, leyó un manifiesto contra el desnudo cinematográfico.
De acuerdo con el actor, el desnudo mismo impide el acto de representación, fundamento del arte de la actuación.
Mi tesis: el desnudo impide el drama y el propio actor de representar. Cuando estoy desnudo, siempre soy yo desnudo, nunca el personaje.
Agrega el actor en su manifiesto que la desnudez, una conquista contra los excesos de la represión sexual, se ha convertido en apenas un modo de atraer el público por el abuso de las empresas de comunicación masiva y la publicidad.
Las reacciones al manifiesto, desde luego, no se han hecho esperar. Borat.