En un par de escenas de Steven Spielberg basada en Tom Cruise hace una investigación documental en los archivos de recuerdos de algunos personajes, relacionados con un crimen que aún no ha sido perpetrado.
Parado ante un monitor de cristal, sus manos enfundadas en guantes, el personaje de Cruise manipula con gestos las imágenes almacenadas en placas de cristal. Cruise nos recuerda a un director de orquesta que trabaja con el tiempo y la memoria, y la música escogida por Spielberg contribuye a enfatizar esa sensación. (Podrán ver ambas escenas en el video que encabeza este artículo).
Recuerdo que al ver la primera escena pensé lo mismo que seguramente ha pensado todo profesional del cine en ese momento:
Ojalá inventaran un sistema así para editar una una película.
En los años siguientes, algunos avances tecnológicos me convencieron de que ese día estaba más cerca de los que yo pensaba:
La Wii, la consola gestual de videojuegos de Nintento:
La pantalla multitáctil desarrollada por Jeff Han:
Photosynth, la alucinante aplicación de procesamiento de fotografías de Microsoft:
El iPhone de Apple, desde luego:
O las nuevas MacBook, cuyo trackpad de cristal parte del mismo principio de tecnología multitáctil del iPhone:
Sin embargo, lo que yo no sabía, al ver Minority Report, era que la tecnología empleada por Cruise es más bien cosa del pasado que del futuro. Que si aparecía en el filme no era porque acaso alguna vez sería inventada; sino precisamente porque ya lo había sido.
Esa interfaz gestual se llama G Speak:
g-speak overview 1828121108 from john underkoffler on Vimeo.
El G Speak fue concebido por John Underkoffler, investigador del MIT y asesor técnico del filme de Spielberg. El sistema permite extraer información de la pantalla de un computador y transferirla a un espacio real para que el usuario pueda interactuar libremente con ella, por medio de gestos y movimientos de los brazos y manos.
…El usuario puede mover información arriba y abajo, de una lado a otro, apuntar, reducir o magnificar imágenes.
Tal cual Cruise en MR:
Ahora bien, con el G Speak como punto de partida, Underkoffler y un equipo de Oblong Industries, concibieron la instalación TAMPER, la sala de edición no lineal y composición gráfica del futuro:
TAMPER es un trabajo colectivo que funde una interfaz tecnológica de última generación con prácticas del proceso de producción fílmica. El resultado es una sala de edición en la que el visitante del museo deviene un artista del collage cinematográfico. Literalmente con el sólo uso de sus manos, el visitante puede asir y recomponer elementos de diferentes películas: personajes aquí, utilería allá, escenografía de una película, una escena completa de otra. Cada mezcolanza que emerge pasa a formar parte del flujo histórico de TAMPER, de modo que pueda ser subsecuentemente navegado o usado como fuente para un collage posterior.
Actualmente, TAMPER forma parte del programa New Frontier on Main del Festival de Sundance. El programa es una exhibición de obras que mezclan tecnología, arte plásticas, computación y diseño.
…Una exhibición subterránea que ofrece una fusión ecléctica de instalaciones artísticas, cine experimental y lo último en medios tecnológicos.
No debe ser confundido con el poco conocido programa de cine experimental y de vanguardia del festival, New Frontiers
Así describe su experiencia con TAMPER, una visitante de la exhibición:
Entro a la sala de TAMPER, un salón iluminado con focos verdes lleno de hombres con batas de laboratorio. Aún están configurando, juntando una serie de muestras de imágenes para que la gente juegue con ellas. John Underkoffler, fundador de Oblong Industries, quien creó la tecnología G Speak que está siendo probada hoy, grita: “¡Zombies.. Necesitamos zombies!”. Usando una elegante serie de semáforos, un técnico agrupa y toma un pequeño sin fin de hambrientos muertos vivos de un video. Le pregunto a John qué estaba pasando y me invita a ponerme los guantes e intentarlo.
Resulta que no soy muy buena dirigiendo un programa de edición de video con mis manos. El equipo me muestra cómo colocar mis manos: –”esta es la pose de ‘dile a la mano’, y esta es la pose de ‘apuntar y disparar'”– pero parece que soy lenta para aprender los movimientos, como una esa muchacha del fondo en la clase de aerobics que siempre pierde el paso. Finalmente, me las arreglo para seleccionar una ser de animaciones –un zombie tembloroso, una remolineante taza de café, una lápida– que ubico en la paleta haciendo una serie de movimiento de mezcla y scratch a lo DJ con mis manos. El resultado final no es terriblemente interesante o bonito, pero su realziación ha sido una experiencia vertiginosa. “Esta interfaz me provocan ganas de abrazarlos”, me chorreo, pero los técnicos del laboratorio sonríen y se mantiene fuera del rango de abrazos…