Recientemente leí que se prepara una nueva adaptación cinematográfica de la terrible y hermosa distopía de Ray Bradbury, Fahrenheit 451.
Frank Darabont será el encargado de dirigir, una tarea que en una oportunidad anterior fue encomendada al francés François Truffaut.
Para mí es inevitable pensar en la novela de Bradbury y el filme de Truffaut cada vez que me entero de alguna destrucción masiva de libros por razones ideológicas o sectarismo; o de la censura de algún libro por parte de algún gobierno totalitario, de algún enemigo de la libertad de pensamiento y expresión.
En Fahrenheit 451, el cuerpo de bomberos es el organismo encargado de quemar libros…
No los libros que el gobierno considere subversivos, sino todos los libros. En la distopía de Bradbury, el Estado ha prohibido su posesión para asegurar la felicidad e igualdad de los ciudadanos: la lectura diferencia a los hombres (en vez de igualarlos); les llena de angustia, de dudas, cuestionamientos y les impide rendir al máximo en sus labores. Preguntar y dudar son comportamientos considerados antisociales en el mundo de Fahrenheit 451.
Crítica a los regímenes totalitarios enemigos de la independencia de pensamiento, alusión directa a la quema de libros en la Alemania nazi y metáfora del mccarthismo, la historia de Bradbury fue al mismo tiempo un presagio de la emergencia de la sociedad contemporánea, cuasi iletrada y obnubilada por un medio todopoderoso y omnipresente: la televisión.
Hace muchos años, en la Cuba del Período Especial, la gente solía mecanografiar copias de los libros que no circulaban en la isla. Las copias mecanografiadas, en papel reciclado, pasaban de mano en mano hasta que literalmente se deshacían. Leí La Broma, de Milan Kundera, en una de aquellas copias. Alguna vez tuve en mis manos una copia mecanografiada de Fahrenheit 451. Quizas a Bradbury le habría gustado saber que los cubanos copiaban a máquina su novela, tal y como él la escribió.
Al comienzo de estas líneas, podrán ver el trailer del filme de Truffaut. En Youtube y en Google Video pueden encontrar la película completa, dividida en segmentos. En el video que sigue a continuación, Bradbury describe la génesis del libro, cómo lo redactó en una máquina de escribir alquilada, explica de dónde obtuvo el dato de la temperatura en la que arde el papel (que da título al libro) y devela el importante papel que jugó la revista Playboy en la difusión de su libro.
Finalmente, This Is Where We Live: un mundo de libros…
This Is Where We Live