Mientras escribo estas líneas, es mediodía al otro lado del mundo y los líderes de las principales potencias mundiales que integran el Grupo de los 20, deberían estar reunidos, decidiendo el destino del planeta y de la humanidad entera.
El tema que les ocupa es la búsqueda de soluciones para crisis económica mundial propiciada por el hundimiento del sistema financiero, una crisis que se desató a su vez por falta de regulaciones en el mercado. Como alguien ha dicho recientemente, todo parece indicar que los mercados no se regulan solos, pero sí se destruyen solos. Pueden leer una explicación de lo sucedido en este post y en este otro, si saben inglés, ver el video que anexo al final de estas líneas.
Ahora mismo, el Grupo de los 20 está dividido en dos bloques. De un lado, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, junto al primer ministro británico, Gordon Brown abogan por la reactivación de la economía mundial por medio de la ayuda económica estatal, por medio de más estímulos fiscales –léase, con dinero de los contribuyentes, un plan que ha encontrado la oposición en las filas republicanas del Congreso de los Estados Unidos.
En la acera opuesta, la canciller alemana Angela Merkel, de Alemania y el presidente francés, el conservador Nicolás Sarkozy, exigen que la reunión culmine con resultados concretos y piden más y mayores controles para el sistema financiero y bancario mundial. Ambos han dicho que una crisis de esta magnitud debe ser evitada a toda costa en el futuro. Para Merkel, la crisis amenaza el futuro del plante, mientras que Sarkozy ha amenazado con abandonar el grupo si no se toman en cuenta sus propuestas y no se alcanzan soluciones concretas.
Afuera, miles de manifestantes ecologistas, socialistas y anarquistas protestan exigiendo la abolición del dinero, entre otras medidas. En las refriegas con la policía, ya ha muerto un manifestante. Y es posible que, entre ellos, se encuentre el realizador inglés Ken Loach.
Loach, autor de filmes como The wind that shakes the bartley, ah manifestado en una reciente entrevista su desesperanza sobre la reunión del G-20. Para él, los líderes reunidos no podrán encontrar soluciones “porque son exponentes del sistema que hay que cambiar” y la crisis “es consecuencia de las contradicciones del sistema capitalista”.
El menor margen de beneficios, la dura competencia, hacen que las empresas se socaven entre ellas, buscando las materias primas y la mano de obra más baratas, para bajar a su vez los precios con el objetivo de vender más y maximizar sus ganancias.
A lo anterior habría que sumar, según Loach, la desregulación de capitales impulsadas en la década de los 80 por Margaret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en los Estados Unidos, que animaría a los inversionistas “a ser más codiosos, a querer el máximo de dinero en el menor tiempo posible”.
Al final, como la gente invertía dinero que no tenía, el sistema se desmoronó, no había otra, es como cuando hay un gran globo y de repente alguien trae una aguja, todo el montaje se viene abajo. Sólo podemos protegerlos si no buscamos beneficios rápidos, como sucede en el sistema actual. El problema es que las multinacionales no pueden hacer otra cosa. Hay una incompatibilidad. Es como querer hacer vinagreta con agua.
(Gracias, Andrea)