Hace cosa de un mes, los escritores españoles Arturo Pérez-Reverte y Javier Marías, y el director Agustín Díaz Yánez, se reunieron para cenar –lo que daría yo por cenar con esos tres al menos una vez en mi vida.
De aquel encuentro salió la promesa de los dos escritores de escribir un artículo sobre las películas sobre la II Guerra Mundial que les marcaron en su vida y que han sido olvidadas por críticos y cinéfilos.
Las de Pérez-Reverte
Pérez-Reverte cumplió al pie de la letra su promesa y escribió una interesante relación de sus films bélicos favoritos.
En lo tocante a películas sobre la Segunda Guerra Mundial, yo añadiría Roma, cittá aperta, Mi mejor enemigo –tiernísima, con David Niven y Alberto Sordi–, Los cañones de Navarone, El día más largo, El puente sobre el río Kwai y algunas más. Entre ellas, Las ratas del desierto, Arenas sangrientas –John Wayne como sargento de marines–, 5 tumbas al Cairo, Comando en el mar de la China, Torpedo, El tren –con Burt Lancaster, obra maestra– o la excelente Un taxi para Tobruk, con Lino Ventura y Hardy Kruger, clásico entrañable de la guerra en el Norte de África.
Sin olvidar la rusa La infancia de Iván, la italiana Le quattro giornatte di Napoli y la también italiana –ésta de hace muy poco, y buenísima– Il partigiano Johnny.
Los films bélicos favoritos de Marías
Javier Marías también cumplió con lo prometido, pero no se limitó a sólo a sus films bélicos favoritos:
Siento gran debilidad por Espía por mandato, de George Seaton, en la que William Holden y Lilli Palmer colaboran para sabotear a los nazis, y gracias a ellos se produce un bombardeo con muchas víctimas. Ella, sin embargo, es católica, y le remuerde la conciencia. Decide ir a confesarse, pero en el confesionario se ha introducido un agente de la Gestapo, al que no puede distinguir a través de la rejilla.
No la veo desde hace mil años, pero esa escena la tengo grabada. Lo mismo me sucede con Bajo diez banderas, de Duilio Coletti, con el incomparable Charles Laughton, en la que un espía ha de abrir una caja fuerte, el camino hasta la cual está protegido por un sistema de alarma de rayos infrarrojos que él, con unas gafas especiales (y el espectador, por tanto), ve como una terrible maraña de hilos entrecruzados.
Si roza uno solo, se disparará la alarma y será capturado y ejecutado. Pocas veces he sentido más emoción que con sus piruetas en el laberinto.
Por otro lado, está pronto a estrenarse un filme sobre la II Guerra Mundial que dará de qué hablar: Inglorious Basterds, de Quentin Tarantino.
De modo que no estaría de mal preguntar a nuestros lectores cuáles sus cintas favoritas sobre el tema.