¿Por qué odian a Tarantino? Son las 7 y media de la tarde y, como siempre a esta hora, estoy atascado en el tráfico insólito de esta condenada ciudad petrolera.
Mi iPod se descompuso, maldita sea, por lo que tengo que morir con la radio. Las emisoras que no ponen música vomitiva, transmiten esos programas de periodistas “polémicos” tan en boga en estos días. Todos hablan de lo mismo. A favor. En contra. Pero de lo mismo. Y al mismo tiempo. Siempre en parejas.
El canal clásico, para colmo, está transmitiendo un programa de hip-hop comprometido. Qué les puedo decir.
Recorriendo el dial, por fin tropiezo con algo que suena bien. Interesante. Conocido. ¿Qué es? ¿Badalamenti? Sí, confirman mis sospechas, los locutores: es Angelo Badalamenti.
Se trata de un programa sobre cine. Mira, qué bien, me digo: de cine. Hablan de David Lynch. Un locutor le pregunta al otro si entendió Lost Highways y si quiere que se la explique. El otro, ofendido, se apresura a mentir que sí, que desde luego la entendió, de cabo a rabo.
Entonces, ocurre lo inevitable y todo se echa a perder. Uno saca a relucir a Quentin Tarantino. El otro replica con el calificativo de rigor (“sobrevalorado”). Y el programa se vuelve un toma y daca sobre el director de Pulp Fiction. Por poco se van a las manos. Sobreviene la confusión. La manía de polarizarnos en torno a un tema o personaje nos tiene muy jodidos a los venezolanos, me digo…
Como quiera que se acerca el estreno de Inglorius Basterds, quisiera ir zanjando de una buena vez el asunto. Vamos a ponernos de acuerdo desde ahora para poder disfrutar –o aborrecer– la película después: ¿qué es les parece Tarantino? ¿Por qué les gusta? ¿Por qué odian a Tarantino? ¿Y por qué lo aman?