Me desconcierta un poco la moderada receptividad que ha tenido en todo el mundo (físico y virtual, pero sobre todo, en el virtual) el filme alemán Die Welle (La Ola) de Dennis Gansel.
En Alemania, como acaso era de esperarse, se ubicó en un respetable décimo tercer puesto en la taquilla el año pasado. Pero, después y en el resto del mundo esta excelente cinta apenas ha tenido repercusiones. ¿Será quizás por lo incómodo que resulta su descarnada mirada a la peligrosa relación entre política y educación, sobre todo cuando se trata de niños y adolescentes?
La trama del film cuenta con un estilo didáctico, a ratos escalofriante, el desarrollo de un experimento docente sobre autoritarismo.
Die Welle, el experimento
Para responder a la pregunta si es posible una dictadura en la Alemania actual, cuya sociedad ha sido marcada por la terrible experiencia del totalitarismo nazi; el profesor Rainer Wenger (interpretado por Jürgen Vogel) convierte su clase en un movimiento de difusa ideología, pero con un fuerte sentido de pertenencia grupal. Rígida disciplina, una misión que da sentido a las vidas de los jóvenes y una creciente intolerancia hacia la disidencia. Hay que agregar que la película imita el experimento real llevado a cabo por un profesor de historia llamado Ron Jones, en Palo Alto, California. Su experiencia está recogida en su libro La Tercera Ola.
[amazon_link asins=’B00826H57K’ template=’ProductAd’ store=’blogacine0d-21′ marketplace=’ES’ link_id=’7f8579c0-043d-11e8-bc15-873eb45d4b8d’]El resultado es una película que desnuda los mecanismos internos, personales, del autoritarismo. Que acaso no es la supresión de las libertades públicas y los derechos individuales lo peor de las dictaduras. Sino la disposición de los ciudadanos a ser autoritarios con sus propias existencias, para decirlo en palabras de Kundera. Podría decirse que lo importante no es que nos quiten la libertad, sino que renunciemos a ella de forma voluntaria y entusiasta. Los totalitarismos y autoritarismos son, pues, internos.
Lo que revela Die Welle
Después de ver esta película, uno puede descubrir la lógica de comportamientos que a simple vista puedan parecer inexplicables. Como el apoyo masivo y popular a un golpe de Estado que irá en contra de los intereses de ese mismo pueblo que lo apoya. O el apoyo voluntario de los ciudadanos a legislaciones que van en contra de sus propias libertades y derechos. Instaurar una dictadura es mucho más sencillo de lo que se cree. No hacen falta armas ni acciones militares. Tan sólo una población dispuesta a someterse a un líder. O a una idea política.
Die Welle devela, los mecanismos a los que las hegemonías políticas y económicas nos someten a diario gracias a la omnipresencia y ubicuidad de los medios de comunicación. (Ojo con el uso de las nuevas tecnologías que muestra la película). Pero también expone los peligros de la politización de la infancia y juventud. Y el rol fundamental que juegan los padres cuando la política invade nuestras casas, nuestras aulas, nuestras vidas.
¿Debería ser mostrado este filme en todas las instituciones educativas del mundo? Desde luego que sí: debería ser materia obligatoria de estudio. ¿Se convertirá en materia de estudio? Desde luego que no. Sería el fin de partidos políticos y movimientos estudiantiles manejados hábilmente por docentes. Sería el fin de más de una ideología. E, incluso, de más de una autocracia disimulada.
Tampoco esperes verla muy pronto en la sala de cine más cercana a tu casa…