Semanas atrás, la Fundación Villa del Cine puso en marcha un curioso experimento: Por un gallo. Convocó a cuatro directores noveles (cinco en realidad, pero hay dos que cuentan como uno solo) para que dirigieran una (misma) escena de un guión de largometraje. La idea era evaluar los resultados y elegir al director más apropiado para el filme.
El proyecto se titula Por un gallo y ha sido escrito por María Alejandra Rojas, también de una forma inusual. Rojas viene del mundo de la literatura, y su especialidad es el cuento corto y la poesía. Pero un día fue invitada por la Villa a participar en un taller de escritura de guiones. De allí salió Por un gallo, un relato violento y vertiginoso que transcurre en un barrio capitalino.
Para dirigir la escena fueron invitados dos directoras y tres realizadores. Patricia Ortega, los hermanos Rodríguez, Andrea Herrera y Mauro Rodríguez (sin ningún parentesco con los hermanos Rodríguez). A cada uno se les presentó un pool de actores para que escogieran su reparto y el equipo técnico y humano necesario. El resultado del experimento me parece en sí mismo ya interesante, objetivos prácticos aparte. Una misma escena, contada cuatro veces, con los mismos recursos, no puede ser más diferente según la visión de cada realizador.
El proyecto Villa del Cine, cuatro directores, cuatro miradas
Aldrina Valenzuela, asesora de la Coordinación General de Operaciones de la productora Estatal, explicó la idea del ejercicio:
…En esta ocasión buscamos romper ese esquema de que el director es el mismo guionista y productor, entonces escogimos un guión y realizamos esta audición para conocer nuevos talentos y propuestas, que nos ayuden a profesionalizar aún más las producciones de esta fundación. Si una persona está interesada en participar en alguno de nuestros proyectos, puede enviar sus demos, trabajos o fotografías a la sede de la fundación y se le anexará a la lista de posibles actores que formarán parte de nuestro reparto.
Una vez editados, los resultados fueron evaluados por un grupo de profesionales, en dos sesiones. Un grupo fue convocado para la mañana, otro por la tarde. Y lo curioso es que las respuestas de los de la mañana fueron completamente distintas a las del grupo de la tarde.
En la mañana asistieron Bernardo Rotundo, director de Gran Cine; Frank Baíz y Henry Herrera, guionistas; Fernando Venturini y Luis Alberto Lamata, directores de cine; Ninoska Dávila, directora de Cinemapress; Edgar Narváez, escritor; Sandra Angeleri, miembro de la Comisión Evaluadora de Guiones de la Villa del Cine; Roberto Smith, vicepresidente del ICAIC; Pedro Morales, asesor en la Coordinación de Costos a la Producción en la Villa del Cine y Carlos Bolívar, sonidista. El grupo vespertino estuvo integrado por personal de la Villa del Cine y vecinos de la zona.
De funcionar esta metodología, podría convertirse en la forma usual de seleccionar a los directores de los próximos proyectos de la institución.