Sí, filmar en 3D, o formato estereoscópico, es aún muy caro y, sobre todo, muy complicado. Ya todos hemos escuchado o leído la explicación de James Cameron sobre el delicado equilibrio que debe mantenerse entre la espacialidad y profundidad de campo del 3D y el movimiento de la imagen.
Cameron decía que, al filmar Avatar, velaba constantemente por ese equilíbrio: en escenas de mucho movimiento o acción frenética, reducía el efecto espacial. Y viceversa.
No es fácil. Y, al parecer, no mantener ese equilibrio te puede meter en problemas. A veces graves: imagínate una audiencia enferma en la sala de cine, algunos mareados, otros vomitando y uno que otro bizco.
Pero también está el problema del costo de las cámaras, diseñadas especialmente para controlar el grado de profundidad del efecto 3D: a mayor distancia entre ambos lentes —distancia interocular—, mayor profundidad (y mayores probabilidades de marear a la concurrencia).
Si ya es difícil y complicado filmar en dos dimensiones en el tercer mundo, no quiero ni imaginar la pesadilla que puede ser agregarle una dimensión extra.
Alicia en el País de las Maravillas en formato estereoscópico
Hay sin embargo una forma de alcanzar resultados parecidos en postproducción, aunque no menos caros y dolorosos. Tim burton ha escogido este camino para su Alice in Wonderland, una decisión criticada por Cameron. La revista electrónica Slate ha publicado una detallada explicación sobre el proceso.
No es tan complicado, tampoco. ¿Recuerdan aquel tutorial sobre cómo animar imágenes fijas que alguna vez publicamos aquí? Pues es parecido: se separan en capas diferentes los diversos objetos de la imagen. Se distancia una capa de la otra para fingir profundidad.
Luego, por medio de un software, se simula una segunda cámara (o imagen). En esta segunda cámara, se desplazan los elementos de la imagen lateralmente y se rellena el espacio vacío que deja este desplazamiento, por medio de interpolaciones o clonación.
Es un procedimiento igualmente caro y tan complicado como filmar directamente en 3D. Pero al menos, con tiempo, paciencia y 526 chimpancés debidamente entrenados en After Effects, se puede lograr.