
En Los Rituales del Caos, Carlos Monsiváis, escribe:
México es la ciudad en donde lo insólito sería que un acto, el que fuera, fracasase por inasistencia. Público es lo que abunda, y en la capital, a falta de cielos límpidos, se tienen, y a raudales, habitantes, espectadores, automovilistas, peatones.
Extraigo la cita de su ensayo La hora de la identidad acumulativa, que comienza así:
En el terreno visual, la Ciudad de México es, sobre todo, la demasiada gente. Se puede hacer una abstracción del asunto, ver o fotografiar amaneceres desolados, gozar del poderío estético de muros y plazuelas, redescubrir la perfección del aislamiento. Pero en el Distrito Federal la obsesión permanente (el tema insoslayable) es la multitud que rodea a la multitud, la manera en que cada persona, así no lo sepa o no lo admita, se precave y atrinchera en el mínimo sitio que la ciudad le concede.
Pero resulta que en este país de poco más de 100 millones de habitantes —cuya capital, esa ciudad interminable como la llama Monsiváis— está habitada por 15 millones de almas y donde en los dos últimos años se han rodado 198 largometrajes de ficción, 128 cortometrajes y 97 documentales, el cine méxicano es ese acto insólito aquejado de una constante falta de público.
A diferencia de la venezolana, no existe en la legislación mexicana —y si existe, no se cumple— disposición alguna que obligue a exhibidores a proyectar y mantener en salas las películas mexicanas. De modo que son pocas las que que permanecen en cartelera el tiempo suficiente como para recaudar algo de taquilla —que nunca cubrirá los costos de producción ni generará ganancias. Para que eso ocurra, una cinta necesita registrar al menos una asistencia de 5 millones de espectadores como lo comentamos en nuestro post anterior.
Nota al margen: a pesar de la piratería, los videoclubes y discotiendas no han desaparecido y su oferta de películas mexicanas es abundante y variada. Ya había olvidado lo que se siente comprar en una tienda un DVD legal, original, con todos sus extras.
Distrital y el Foro Iberoamericano de Cine Clubes Comunitarios fueron sendas iniciativas auspiciadas por la Secretaría de Cultura del D.F. Entre sus organizadores y patrocinadores se encuentran Paula Astorga, directora de Circo 2.12; Manuel Cepeda, de la Coordinación de Festivales y la cineasta mexicana Lorenza Manrique.
Gruff Rhys, Separado!
Después de la proyección y de la sesión de preguntas y repuestas, Rhys dio un concierto íntimo. Y, más tarde, todos fuimos a parar a la plaza Garibaldi, a escuchar mariachis, electrocutarnos e ingerir ingentes cantidades de tequila y chilaquiles. Pero, ¿eso fue la misma noche del concierto o la siguiente?
Gruff Rhys | Concierto (fragmento)
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El festival y el foro culminaron el sábado, con una fiesta de cierre en el bar Covadongas. Al día siguiente, después de un brunch, iniciamos el camino de regreso, con la firme determinación de volver el año que viene.