Emilio Lovera, para quienes nos leen fronteras venezolanas allende, es uno de nuestros humoristas y stand-ups más populares y finos. Alfredo Anzola, por su parte, es autor de obras íntimamente conectadas con el ser venezolano: Se solicita muchacha de buena presencia y motorizado con moto propia, Cóctel de Camarones en el Día de la Secretaria o De Cómo Anita Camacho quiso levantarse a Marino Méndez.
Anzola y Lovera tiene en común su amor por los barcos, la carpintería y los chistes. Quizás estas afinidades les llevaron a unir esfuerzos en el documental Érase una vez un barco:
Hace más de 30 años, mi amigo Alberto Vera me dijo: “Tú tienes que hacer una película sobre los carpinteros de ribera, que son una especie en vías de extinción”. Afortunadamente, hoy todavía están vivos y siguen existiendo carpinteros de ribera y pescadores. Ellos, con todas las emociones, historias y necesidades de construir un barco, serán los protagonistas de este cuento.
Así que esta historia empieza así: “Erase una vez un barco hecho en Río Caribe por Manuel Sánchez e Isaías, quienes entre el plantado de la quilla y la botadura del barco compartirán sus vidas, sus amigos y hasta sus cervezas con nosotros…”
Anzola y su equipo han decidido recoger en un blog sus experiencias en el proceso de realización de su película. Uno más para sus bookmarks.
Érase una vez un barco | Blog