En días pasados hemos reseñamos cómo en un par de casos, las nuevas tecnologías y una generación emergentes de cineastas están renovando y hasta salvando las cinematografías de sus respectivos países. Nos referimos al caso español y al cubano, donde jóvenes productores y directores han decidido tomar el cine en sus propias manos, no esperar por las ayudas estatales y valerse del video digital para realizar obras provocativas y comerciales que se están ganando el favor del público.
En Cuba, la crisis económica que casi ha paralizado al ICAIC (instituto cubano de cine) paradójicamente ha provocado una renovación temática. Las cintas producidas de forma independiente tocan asuntos hasta entonces considerados tabú en la isla (como el proxenetismo, en el caso de Los Dioses Rotos) o se adentran en géneros antes insospechados para el trópico o la revolución (¿una película cubana de zombies?)
Venezuela difícilmente podrá escapar a esta tendencia y sus efectos comienzan a notarse. El 2010 ha sido el año de la reconciliación de los venezolanos con su cine y esto se debe en gran medida al intenso uso que cineastas, artistas y técnicos, hacen de las redes sociales para promocionar sus películas de forma directa, sin los grandes medios tradicionales como intermediarios. ¿El resultado? Pues la extinción paulatina de los prejuicios del público venezolano hacia su cine.
Luego está el progresivo abaratamiento de las herramientas tecnológicas que ha traído como consecuencia la reducción de los costos de producción de una película. La obra que hoy estrena en los cines venezolanos Carlos Daniel Malavé, Las Caras del Diablo, su segunda película, se rodó con cerca de 100 mil bolívares fuertes (poco más de 20 mil dólares), y se necesitaron otros 150 mil (cerca de 35 mil dólares, aportados por el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía de Venezuela, CNAC) para su postproducción. Malavé se valió de cámaras de video digital de alta definición, sus actores se convirtieron en socios de la película y no cobraron (o cobraron un sueldo simbólico), el equipo técnico estuvo compuesto por apenas 12 personas y en el rodaje se invirtieron poco más de cuatro semanas.
Como explica Malavé en la página oficial de Las Caras del Diablo, ya no hay que esperar la aprobación de un organismo oficial, para ejercer la creatividad:
Esta película surge de la necesidad de crear, de contar una historia en el cine siguiendo el impulso creativo que no sabe esperar, que no conoce de calendarios ni procedimientos para conseguir financiamiento por las vías regulares
Ya no hay pues que esperar años para conseguir financiamiento para rodar, ni existen excusas para tardarse siglos en terminar tu película, gracias al bajo costo de la tecnología digital.
El resultado es un thriller policial que rinde homenaje a los grandes maestros venezolanos del género que en los años ochenta estrenaron sus mejores cintas, como el César Bolívar de Homicidio Culposo, o el Román Chalbaud de Cangrejo. El mismo Carlos Malavé reconoce esta influencia en su cinta.
Las Caras del Diablo cuenta el descenso a los infiernos de un subcomisario, detective del cuerpo técnico de policía judicial, para rescatar su hija secuestrada, un relato inspirado en un reciente caso de paidofilia ocurrido en Caracas.
A la par del rodaje de la película iniciamos la recopilación de información acerca del tema del abuso de menores, para preparar un documental que lanzaremos el próximo año. Con la experiencia de esta película pude conocer que los abusadores no tienen características específicas que puedan ayudar a identificar fácilmente dónde está el peligro. Como padre y ciudadano me preocupa esta problemática y quise alertar a la sociedad sobre la importancia de proteger a nuestros niños.
Jean-Paul Leorux es el encargado de darle vida al atormentado personaje. Le acompañan en el reparto William Goite, María Fernanda León, Mariaca Semprún, Carlos Madera (Nigga), Catherina Cardozo, Matilda Corral, Agustín Segnini, Diego Hernández, Sócrates Serrano, Guillermo García, José Roberto Díaz, Jackson Gutiérrez e Indra Santamaría, entre otros.
La película estará a partir de hoy en las salas de cine de Venezuela.
Finalmente, como nota al margen, quizás debamos mencionar que Las Caras del Diablo no es un caso único en nuestra cinematografía. Ya hemos visto SubHysteria, de Leonard Zelig, estamos esperando por Bloodbath Test, de los hermanos Vicente y Carla Forte y por estos días, Alfredo Hueck estará iniciando el rodaje de su ópera prima, Paquete #3, una cinta de bajo presupuesto y financiada de forma independiente.
Está visto que no se puede poner puertas al campo.
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