La verdad, no ha sido un mal año para el cine venezolano. En 2010 confluyó una serie de condiciones que facilitaron la reconciliación de nuestro público con su cine. Se han estrenado películas cuya calidad está por encima de la media acostumbrada. Hay presencia, más o menos continua, de películas venezolanas en las salas de cine. La emergencia de nuevos realizadores, con novedosas propuesta, le ha inyectado una refrescante dosis de vitalidad al lenguaje cinematográfico criollo: se exploraron temas inéditos y se remozaron los viejos temas, se experimentó con el lenguaje, hubo cierto grado de riesgo artístico.
Cineastas, distribuidores y exhibidores asumieron las nuevas tecnologías para promocionar sus productos. Dos de nuestros más finos cineastas veteranos, Fina Torres y Luis Alberto Lamata, regresaron a las pantallas del país con sendas propuestas y buena asistencia, mientras que cineastas emergentes cosecharon premios en el exterior y conquistaron la taquilla (Hermano de Marcel Rasquin, La Hora Cero, de Diego Velasco). Hubo incluso una ora independiente, de bajo presupuesto y filmada en digital (Las Caras del Diablo, de Carlos Malavé) que registró una recaudación nada despreciable para una cinta de su tipo.
En fin, no sigo para que me quede material para hacer el balance del año. Ahora, la encuesta:
Y la película venezolana del 2010 es…Market Research