Ha sido un fin de semana trágico y lleno de paranoia en los Estados Unidos. En Tucson, Arizona, Jared Lee Loughner, un joven perturbado de 22 años, abrió fuego en un encuentro con la legisladora demócrata Gabrielle Giffords. El saldo: veinte heridos, Giffords incluida, y seis personas muertas. Entre ellas, un juez y una niña de nueve años. La congresista se debate entre la vida y la muerte con una herida en la cabeza y el presunto perpetrador se encuentra bajo custodia policial.
Poco después de que se hiciera público el nombre de Jared Lee Loughner, autor de los disparos, comenzaron a aparecer por todos lados reportes sobre su identidad en las redes sociales. Pronto se supo que publicó inquietantes e incoherentes videos en J. J. Abrams.
Jared Lee Loughner, paranoide de 3 nombres
Aunque bien mirado, Jared Lee Loughner parece responder a un personaje que Hollywood ha explotado en más de una película: el paranoico perseguido. Son los prisioneros de guerra que regresan de Corea al borde de la locura por persistentes pesadillas de The Machurrian Candidate. O el torturado taxista, paranoico delirante extraviado en el laberinto de su propia conspiración de Conspiracy Theory. Hoy, Jerry Fletcher, el taxista paranoico interpretado por Mel Gibson, podría incluir a Jared Lee Loughner su su lista de magnicidas de tres nombres:
Los asesinos en serie sólo tiene dos nombres. ¿Te has fijado en eso? Pero los asesinos pistoleros solitarios, siempre tienen tres nombres. John Wilkes Booth, Lee Harvey Oswald, Mark David Chapman…
Con más introspección y menos sensacionalismo, Martin Scorsese, Paul Schrader y Robert de Niro abordaron el mismo personaje en Taxi Driver. Como el Raymond Shaw de The Manchurrian Candidate, el Travis Bickle de Taxi Driver también está destinado a perpetrar un magnicidio, impulsado por las oscuras, incomprensibles fuerzas de la paranoia.
Años después Scorsese incursionaría nuevamente en el laberinto de la paranoia con Shutter Island, protagonizada por Leonardo DiCaprio. Como en las películas antes mencionadas, también en Shutter Island, el sueño y la vigilia juegan un papel fundamental en la construcción dramática y en el desmoronamiento psíquico de su protagonista. En en The Machurrian Candidate eran las pesadillas recurrentes de los veteranos de Corea; o el insomnio pertinaz de Bickle en Taxi Driver; Teddy Daniels, protagonista de Shutter Island también ha perdido la capacidad de discernir entre la consciencia y el subconsciente, entre la realidad y el sueño.
Algo similar parece suceder en el caso de Jared Lee Loughner. En uno de sus video-textos publicados en YouTube, el joven escribe:
Todo los humanos tienen la necesidad de dormir.
Jared Loughner es humano.
Ergo, Jared Loughner necesita dormir.
Paranoia y polarización
Seguidamente, Loughner desvaría sobre el sonambulismo y se define así mismo como sonámbulo. En otro video afirma que su actividad favorita es soñar de forma consciente y asegura enigmáticamente que la población de “soñadores conscientes” de los Estados Unidos no llega al 5 por ciento.
El atentado ha suscitado en los EE.UU. un debate sobre el discurso violento en la política. Algunas han señalado que perturbados como Jared Lee Loughner parecen explotar en tiempos de alta polarización política.
Entre nosotros tuvimos a João de Gouveia, quien disparó al azar contra opositores al gobierno de Chávez en la plaza Altamira, durante los agitados días del Paro Petrolero de 2002-2003. En los 50 y durante la década de los 60, en los Estados Unidos, el discurso de confrontación entre radicales de los extremos políticos desembocó en los magnicidios de John Kennedy y de su hermano Robert, el de los dirigentes afroamericanos Martin Luther King y Malcom X o el intento de asesinato del gobernador racista George Wallace en 1972. Los diarios de Arthur Herman Bremer, autor del intento de asesinato, inspirarían el guión de Taxi Driver.
Paranoia y cine
En los 80, en el clímax de la Guerra Fría y el discurso belicista reaganiano, las víctimas serían el mismísimo Ronald Reagan y el cantante John Lennon, asesinado por Holden Caudfield protagonista de la novela de culto The Catcher in The Rye, de Salinger. Sobre Chapman, se ha rodado una película, Chapter 27.
Loughner parece compartir con Chapman su afición a la literatura. O a la escritura, en todo caso, aunque no incluye The Catcher in the Rye
No encontré un perfil suyo en Facebook. Si lo tuvo, quizás ya lo hayan tumbado. O quizás puede que la ausencia de su perfil en Facebook sea una de sus características más relevantes de los nuevos magnicidas: no tienen muchos amigos. Ni siquiera, virtuales.
Las convulsiones políticas de los 50 y 60 también inspirarían la llamada Trilogía de la Paranoia Política de Alan J. Pakula. Particularmente, The Parallax View, protagonizada por Warren Beaty y cuya estructura dramática sigue a pie juntillas las convenciones de las historias sobre paranoicos perseguidos que, convertidos en una pieza de un engranaje conspirativo, terminan convertidos en magnicidas en contra de su voluntad.
No encontré un perfil suyo en Facebook. Si lo tuvo, quizás ya lo hayan tumbado. O quizás puede que la ausencia de su perfil en Facebook sea una de sus características más relevantes de los nuevos magnicidas: no tienen muchos amigos. Ni siquiera, virtuales.
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Las convulsiones políticas de los 50 y 60 también inspirarían la llamada Trilogía de la Paranoia Política de Alan J. Pakula. Particularmente, The Parallax View, protagonizada por Warren Beaty y cuya estructura dramática sigue a pie juntillas las convenciones de las historias sobre paranoicos perseguidos que, convertidos en una pieza de un engranaje conspirativo, terminan convertidos en magnicidas en contra de su voluntad.
Jared Lee Loughner, por su parte, parece ser productor del discurso violento que priva en la diatriba política estadounidense actual, potenciada en los últimos años por el fenómeno antigubernamental del Tea Party, de que muchos dirigentes radicales republicanos, empezando por Sarah Palin, se han aprovechado. Pero en sus videos, Loughner añade a la conspiración política, un nuevo elemento: el económico. Loughner hace referencias a la creación de una nueva moneda como factor de control gubernamental. La idea, aunque delirante, también puede ser tomada como una referencia cinematográfica. ¿Acaso se trata de una referencia directa a las teorías económicas conspirativas expuestas en los falsos documentales Zeitgeist?
Lo económico no es la única novedad en el caso de Loughner. También está el tema de las redes sociales. Loughner acaso sea, sino el primero, el más notorio magnicida en usar las redes sociales y la tecnología digital para difundir su “pensamiento”, en un ambiente de confrontación política amplificada asimismo por Internet. Puede que sea el mejor, aunque no menos trágico ejemplo, del Magnicida 2.0. Fue en una página de MySpace donde anunció lo que haría. A las 5:00 am del sábado, escribió:
Adiós. Queridos amigos. Por favor no se molesten conmigo.