La Revolución de las DSLR ha comenzado. Para quien esto escribe, no habría vuelta atrás después de probar una DSLR.
Me senté a escribir con la idea inicial de hacer una reseña de la cámara Canon EOS 60D que estoy usando en el documental en el que estoy trabajando. Pero antes de examinar los detalles técnicos, me apetece más hablar de la experiencia como realizador. Y de lo que significa para el lenguaje cinematográfico el uso de unos de estos aparatos.
La primer vez que usé la cámara fue para filmar unas muñecas de 30 centímetros cuyas cabezas no eran más grandes que una nuez. Y me bastó mirar por el visor para darme cuenta de lo constreñido que estuve todos estos años debido a las limitaciones usuales de las cámaras de video convencionales.
La revolución de las DSLR, liberadora
Estoy hablando, principalmente, de lo que incansablemente se destaca como la principal ventaja de las DSLR. Me refiero al manejo de la profundidad de campo. Al foco selectivo. Y a las posibilidades expresivas que brinda una buena colección de lentes. Me bastó el primer el encuadre para saber que sí, efectivamente, era la óptica, estúpido. Fue un efecto liberador.
Confieso que antes de usar la Canon 60D no pensé que podía ser para tanto. Pero me equivocaba, sólo que no me había percatado. Intuía que algo muy importante me faltaba, pero no podía decir qué era. ¿Saben como cuando un zapato te molesta pero sólo te das cuenta cuando te lo quitas? Bueno, así.
No digo que no sea válido. Al fin y al cabo, cada historia demanda su propio enfoque y no hay mejor cámara que la única que se tiene a mano. Además, ya es bien sabido que las limitaciones casi siempre propician las mejores y más creativas soluciones. Sobre todo, en el cine.
Tampoco quiero decir que no volvería a utilizar una de esas camcorders con lentes fijos y sensores diminutos. De hecho, en el mismo documental estamos usando una vieja Sony HDR-HC1 como una suerte de cámara de respaldo. No me cabe la menor duda de que mucho de lo que ya se ha filmado con esa cámara, terminará de una u otra forma, en el trabajo final.
Volviendo al punto. Simplemente quiero decir que no sabía yo lo que me estaba perdiendo. Lo que había abandonado en el camino por razones técnicas. Por limitaciones técnicas. ¿Cómo pude filmar con semejante camisa de fuerza?
El efecto cine, ahora
Mucha agua ha corrido desde que publicamos aquel artículo titulado Cómo hacer que el video parezca cine, hace apenas seis años. Lo supe al mirar a través del visor y descubrir la diminuta cabeza de la muñeca llenando todo el encuadre y aislada de un fondo multicolor por la magia del fuera de foco.
Y, lo mejor de todo, es que habíamos obtenido este resultado sin necesidad de pesados, costos e inmanejables adaptadores de 35 mm, ni de soluciones desesperadas como aquella de enroscarle a tu lente una cámara SLR completa.
Nada, esta vez no había nada más que una simple cámara, sin aditamento extravagante alguno. ¿Y la resolución, el ruido digital en condiciones de baja iluminación o el efecto gelatina qué? Pues me tienen sin cuidado. Imperfecciones o limitaciones que se pueden asumir tranquilamente si se comparan con la enorme ventaja de recuperar el manejo de la profundidad de campo como una de las herramientas creativas del lenguaje cinematográfico.
Lo que viene
Tengo la intención de escribir más adelante sobre lo que significa para un documentalista tener siempre a mano tu equipo, presto para rodar. Y que todas tus herramientas quepan en un morral de mediano tamaño.
También quisiera contarles cómo un equipo tan liviano propicia un clima de mayor intimidad.
Y confianza con tus entrevistados y los personajes de tu historia. Además, tengo la idea de ir publicando reseñas de algunas herramientas que hacen posible el ideal del gran Glauber Rocha de una cámara en la mano, una idea en la cabeza.
Además de las cámaras, el Fig Rig, el grabador de sonido Zoom H4n, las lámparas LED de Ikam o el estabilizador de cámara y sistema de enfoque “Captain Stubling” de Red Rock Micro.
https://www.blogacine.com/2005/11/24/como-lograr-que-el-video-parezca-cine/
Sobre la Canon 60D puedo adelantarle que comparto completamente la opinión de Stu Maschwitz (autor de Canon 7D que la 60D no pueda hacer. Y mucho más, pues su monitor articulado (el de la 60D quiero decir) es imprescindible para trabajar en video.
Sí, este artículo suena como el eureka de alguien que acaba de descubrir el agua tibia. Pero ni modo. Pero eso sí: la revolución de las DSLR ha comenzado.