(Por: Juan José Espinoza Aguilar) Es poco probable que el nombre Albert Pyun le suene familiar al espectador promedio, es casi imposible que aparezca en alguna compilación de directores importantes de los últimos 20 años, y a no ser por la facilidad que proporciona el internet actualmente, sin poder “googlear” su nombre no sabríamos realmente quien es.
En cambio, para quienes hasta hace poco disfrutamos de pasar horas y horas metidos de cabeza en algún videoclub buscando alguna película en particular, el nombre de Albert Pyun es probable que signifique algo. Pues Pyun es artífice de muchas películas que los entendidos llegamos a conocer como “carne de videoclub”.
Ustedes saben, esa cantidad de películas con nombres extravagantes que se amontonaban en cualquier videoclub respetable y que algunas veces pasaban décadas acumulando polvo pues nadie con un “verdadero sentido del gusto” iba a alquilar películas con títulos como: Nemesis 4, Kickboxer 4, Alien from L.A., Radiactive Dreams, etc. De hecho si algún cinéfilo “serio” alguna vez reconocía haber visto una de las “obras” de Pyun, casi siempre era el resultado de un accidente o sencillamente de una forma de matar el tiempo a falta de hacer algo mejor.
Nostalgia del videoclub
No es mi caso, tengo que aceptar que algunas de las películas de Pyun están en mi top 100, es más incluso soy de aquellos que, quizás tercamente, jura y perjura que el amigo tiene un estilo particular y que desde ese punto de vista idiosincrásico puede ser considerado como un “autor”.
Es obvio que este escrito está parcializado, pero no es sobre la obra de Pyun o de su estilo que quería escribir, sino más bien de como el amigo está aprovechando su fama y la facilidad que proporcionan las herramientas de la web 2.0 para capitalizar ese cierto renombre que tiene.
Y en el caso de Pyun es interesante hacer notar que quizás son personas como el los que más resienten la desaparición de los videoclubs como forma de distribución de cine. Porque a una Warner Bros. o a una Twentieth Century Fox se les hace más fácil cruzar de plataforma, pero a un Pyun o a cualquier otro fulanito de tal la dificultad de adaptarse es en teoría mayor.
Digo en teoría porque las herramientas actuales que permiten hacer promoción son infinitas.
Pyun elabora sobre lo que el considera uno de los principales problemas para el cineasta independiente y la promoción de las películas:
“Los cineastas tienden a abandonar su apoyo por la película terminada demasiado rápido, según yo lo veo. Luego de hacer una película estás agotado y lo más probable es que te sientas desmotivado y casi siempre quieres comenzar el próximo proyecto lo antes posible. Así que es natural que en lo concerniente a la distribución siempre hay fallas, deficiencias, etc. que se evidencian en que casi nunca sabemos nada de estas películas independientes”.
El cine y redes sociales, según Albert Pyun
Con el advenimiento de las redes sociales, la capacidad de autopromoción se convirtió en una realidad más palpable y posible, y Pyun ha venido trabajando sobre esto desde hace casi 6 años. Al ser uno de los primeros realizadores en usar una cuenta de Myspace, Facebook, Twitter, etc.
Incluso la capacidad de proyectarse en espacios del internet que hasta hace poco eran exclusivos de películas de estudio ahora es posible gracias a estas herramientas. Pyun concede entrevistas a casi todos los sites relacionados al cine con mayor tráfico en la red (Slashfilm, Joblo, Aint Cool News, etc.) y allí explica que prácticamente la forma en que ahora opera remite a los inicios del cine como tal:
“Es como cuando Samuel Goldwyn (MGM) y Carl Laemmle (Universal) iban de pueblo en pueblo vendiendo y mostrando sus películas. No es tan divertido o ‘artístico’ pero es lo que en última instancia le permite al cineasta continuar haciendo películas. Un fin que justifica los medios”
Las ganancias para el cineasta y no los estudios
Fue con Infection (2005), su última película de estudio, por así decirlo, que Pyun se dio cuenta que el modelo de los estudios termina por machacar al cineasta independiente, y si tu meta es vivir de tu trabajo estás siempre en desventaja, siempre terminarás debiéndole a alguien. De acuerdo a Pyun todas las ganancias deberían ir en última instancia al cineasta:
“Los ingresos de una película tienen una larga vida. Por eso es que las librerías de los estudios son su piedra angular. Son sus principales activos. Una de mis películas (presupuesto: 300 mil dólares) produjo una ganancia de 600 mil luego de estar 9 años en el mercado de video casero, y eso es solamente en EEUU. Así que las películas tienen una vida larga. ¿Por qué solo los estudios disfrutan de estas ganancias cuando debería ir al cineasta?”
Según como yo lo veo a la larga no sólo estás ganando una independencia económica sino que eso repercutirá en tus límites como creador. Al ser dueño casi absoluto de la película tus decisiones creativas no estarán repartidas entre varios. Y eso es algo que, según yo tengo entendido, todos los cineastas buscan de una u otra forma.
El cineasta incluso termina teniendo la libertad de decidir como se verá la película (exhibición en salas, descargas electrónicas, DVD/Blu Ray, etc.) y en este caso en particular Pyun parece estar botando la casa por la ventana. Por ejemplo con su película Bulletface (2010), desde su página Pyun ofrece una infinidad de opciones para adquirir la mencionada cinta.
Pyun ha ido hasta el punto de mostrar todo el proceso de realización de una película en las redes sociales. Con su última película Tales of an Ancient Empire (2011) que es una secuela de su ópera prima, The Sword and the Sorcerer (1982), Pyun ha ido describiendo todo el trayecto desde la idea hasta la distribución, incluso ha ido hasta el punto de pedir la opinión de quienes frecuentan su blog y su página para decidir el montaje del trailer, el poster, etc. De esa manera involucrando a su potencial público en la realización de la película.
Este punto en particular me hizo recordar a Trent Reznor y la forma en que ha venido autopromocionando y distribuyendo el nuevo material de Nine Inch Nails luego de su definitivo divorcio de las disqueras. Un divorcio que curiosamente tiene razones similares a las que hace referencia Pyun, ¿por que el creador no disfruta igualmente de las ganancias de la obra creada?
Albert Pyun | Página Oficial