Hace tres meses, cuando se levantó la polvareda en torno a la nueva versión del FCP-X, me abstuve de opinar. Y no sólo de opinar, sino también de hacer referencia alguna al revuelo.
Algo no estaba bien en todo lo que leía. El FCP-X acababa de salir. ¿Cómo podían emitirse juicios tan lapidarios en tan poco tiempo?
Nadie podía aprender el nuevo software en cuestión de días, cuando no en horas, para opinar con propiedad.
Todo se me hacía más raro cuanto David Pogue, columnista de tecnología de The New York Times, alababa la nueva versión. Pogue recibió como respuesta a su artículo, una andanada de comentarios negativos, algunos muy agresivos. La gente se había tomado en serio el chiste de Conan O’Brian. Y aún hay quienes se lo siguen creyendo.
De allí en adelante no hubo quien parara el asunto y la blogósfera se llenó de artículos plagados de inexactitudes. En uno de sus post, el editor Oliver Peters, escribe:
Fuera de sincro. Es muy fácil separar el audio y el video en los clips y entonces, inadvertidamente, sacarlos de sincro. Esta es una función esencial cuando se tienen múltiples pistas mono en un mismo clip. No existen indicadores de fuera de sincro ni una manera fácil de sincronizar los elementos otra vez.
FCP-X, mentiras
Quien haya usado el Final Cut Pro X sabe que una vez sincronizados las pistas de audio al video, no hay una manera sencilla de sacarlas de sincronía pues se convierten en un objeto sólido.
De hecho, ahora resulta más complicado hacer un overlap de audio. Es cierto que no existen indicadores de “fuera de sincro” como en el viejo FCP7.
Y que una vez perdida la sincronía (que no es fácil perderla, aún independizando las pistas de audio del video, gracias al storyline magnético), probablemente haya que volver a sincronizarlas a mano (si no se ha tomado la sana previsión de usar marcadores para determinar un punto de sincro, algo que haría cualquier editor profesional).
Pero ¿no es más fácil hacer como en el viejo FCP7 y substituir el clip fuera de sincro con el original en sincro? Además, ¿qué hay de la función de sincronización automática del FCP-X?
Omisiones
Muchas de las reseñas del FCP-X no sólo omiten sus más innovadoras características, sino que además introducen considerable desinformación. Alguna, derivada del desconocimiento del software. En su tercera entrega de cinco sobre su experiencia personal con el programa, Matthew Levie, también editor, asegura que el FCP-X no permite al usuario cambiar el destino de su media.
Los editores del popular blog Tuaw debieron corregir su artículo y añadir una nota a toda la serie en la que deslindaban la opinión de Levie de su línea editorial. Los artículos resultan superficiales, llenos de errores y omisiones.
Sería imposible citar aquí todos las inexactitudes que he leído sobre el tema y que sólo he descubierto al comenzar a usar el programa. Sí, es verdad, la nueva versión tiene omisiones imperdonables (que Apple, ha anunciado, irá subsanando con el tiempo).
Pero mucho más omiten sus detractores. Como por ejemplo, que la nueva versión es más estable y rápida. Más intuitiva que la anterior. Que facilita enormemente el trabajo del editor con múltiples herramientas de automatización de tareas. Con una interfaz hermosa, moderna. A su lado, el viejo FCP7 se me antoja una antigualla prehistórica de los tiempos del OS9. Siglo XX total.
Mi experiencia con el FCP-X
Hasta ahora sólo he podido explorar las nuevas herramientas de ingestión, gestión y organización del material. El uso de etiquetas y colecciones de etiquetas, roles y colecciones inteligentes es un avance realmente mayúsculo, revolucionario, en la a veces desesperante y frustrante tarea de búsqueda y selección de las imágenes.
Debo admitir que si este programa no hubiera salido justo ahora al mercado, literalmente habría naufragado ante la titánica empresa de clasificar y seleccionar las miles de tomas (van más de 25 mil y contando) de más de un año de rodaje de mi documental Más allá del Valle de la Silicona.
También estoy usando intensamente la herramienta de sincronización automática —estoy filmando con una cámara DSLR, Canon 60D, y registro el sonido con el excelente Zoom H4n, más adelante les dedicaré a ambos sus respectivas y bien merecidas reseñas. Es mucho más rápida que el Plural Eyes, aunque acaso no tan certera.
No obstante, creo que los errores se deben más a la mala praxis a la hora de archivar el material original. Aún no he llegado a ninguna conclusión, pero me da la impresión que el FCP-X trabaja mejor cuando el material es digitalizado directamente de la cámara o cuando se realiza un archivo de cámara desde la tarjeta de almacenamiento.
Pero si es software no es tan malo como lo pintan, ¿a santo de qué tanto ensañamiento?
Las razones de la polémica
En primer lugar, este tipo de polémicas acompaña a todo lanzamiento de cada nuevo producto de Apple, desde los tiempos del primer iPod. Sino, fíjense en lo que acaba de pasar con el anuncio del nuevo iPhone 4S.
Segundo, la crítica negativa, como dice Anton Ego, es más divertida de escribir y de leer. Podríamos agregar que genera más vistas de página e incrementa más las visitas que un articulo ponderado y objetivo, que destaque las innovaciones del software.
Pero ya lo sabemos, para volver a citar al personaje de Ratatouille, el mundo es a menudo cruel con las nuevas creaciones.
El papel de Adobe
Por último, creo que la competencia de Apple en el terreno de aplicaciones profesional ha aprovechado la polémica para tratar de sacar del mercado al Final Cut Pro X, y detener la revolución en puertas en el mundo de la postproducción. Una de las más agresivas ha sido Adobe.
No sólo ofreció descuentos considerables a quienes quisieran cambiarse a su Creative Suite. Su última jugada ha sido comprar Automatic Duck y sacar de línea todos sus plugins. Automatic había desarrollado un plugin que permitía exportar archivos OMF desde FCP-X (necesarios para el trabajo de postproducción de sonido), una de las omisiones del software más criticadas.
Con la movida, el Final Cut Pro X pierde esa posibilidad. Por ahora, la carencia puede ser subsanada con la función de asignación de roles. Pero lo que me llama la atención es que el asunto apenas ha levantado uno que otro comentario.
Nadie ha atacado la empresa desarrolladora del Premiere Pro ni se ha levantado controversia alguna.
Y, ciertamente, no esperen que nadie edite un video con música de Scala y Kolagny, para criticar la jugada, no muy limpia que digamos, de Automatic y Adobe. Si en vez de Adobe, hubiera sido Apple, tengan la seguridad de que habría ardido Troya.