La audición para El Exorcista de la niña Linda Blair es una anécdota que merece un puesto destacado en la historia del cine. Al menos, del cine de terror. En The Hollywood Reporter, el director William Friedkin rememora las dificultades que tuvo para hacerse con la dirección del film El Exorcista y lo complicado que fue poner en marcha el proyecto.
Él se había granjeado la simpatía de William Peter Blatty, autor de la novela y del guión de la película, cuando en una reunión con ejecutivos de Warner había dicho que el guión era una basura.
Blatty había agradecido su franqueza y por eso lo quería como director. Pero Warner prefería alguien más preparado. El estudio le había enviado el guión a Stanley Kubrick, Arthur Penn y Mike Nichols y todos lo rechazaron.
Según Friedkin, Kubrick alegó que él sólo dirigía material que él mismo desarrollaba; Penn acaba de dirigir la ultra violenta Bonnie and Clyde y no quería dirigir nada violento (y menos si la protagonista era una niña). Y Mike Nichols pensaba que sería imposible realizar una película de horror que dependía de la habilidades histriónicas de una niña de doce años.
Friedkin obtuvo el trabajo sólo después de que su nuevo film, The French Connection, se convirtiera en todo un éxito de taquilla (algo que para él aún hoy resulta inexplicable). Pronto comenzó el tradicional tira y encoge entre los ejecutivos y el director en la elección del reparto. Pero las cosas se le pusieron realmente difíciles cuando le tocó elegir a la niña protagonista.
Y es en este punto donde el cuento de la audición para El Exorcista de Linda Blair se pone más interesante…
Audición para El Exorcista de Linda Blair
Miles de niñas hicieron audiciones para el rol de Regan, pero parecía imposible. Yo comencé a pensar que Mike Nichols tenía razón y que uno no podía hacer una película con una niña de doce años, de modo que comenzamos a ver niñas de 16 o 17 año que parecieran mejores. Entonces, una tarde en mi oficina de Warner Bros. en New York —en el 666 de la Quinta Avenida, una dirección que desde entonces fue abolida—, se acercó mi asistente y me dijo:
—Afuera hay una mujer llamada Elinore Blair, que vino con su hija de doce años. No tiene cita pero de todas maneras quiere saber si podías verla.
Mi primera reacción no fue decir que sí, pero estuve de acuerdo —quizás fue algo que tenía que ver con la fe. Y en el momento en que ella cruzó la puerta, yo supe que ella era. Era brillante, efervescente. Nunca había actuado antes, pero no estaba ni asustada ni intimidada. Yo le pregunté:
—Linda, ¿sabes algo sobre El Exorcista?
—Leí la novela —dijo.Entonces, le pregunté:
—Bien, ¿y de qué trata?
—Es sobre una pequeña niña que es poseída por el demonio y hace cosas malas.
—¿Qué clase de cosas malas?
—Bueno, ella le pega a su mamá en la cara, tira a un tipo por la ventana de su dormitorio y se m****ba con un crucifijo.Yo miré a su madre por encima de su hombro y estaba sonriendo.
—¿Y tú sabes qué significa eso? —le pregunté a la niña.
—Claro, hacerse la p…
—¿Y tú has hecho eso?
—¡Claro! —fue su respuesta—. ¿Acaso tú no?
Las memorias de Friedkin, tituladas The Friedkin Connection, acaban de ser publicadas.