Acabo de terminar de ver la primera temporada de esta serie, The Girlfriend Experience. Y la verdad es que no me esperaba este hipnótico y sexy ejercicio de cine de vanguardia que es. Acaso porque me esperaba, no sin razón, algo similar a la película que le dio origen. Pero no. Es algo completamente diferente.
The Girlfriend Experience, dream team
¿Y cómo no podía serlo en manos de Lodge Kerrigan, Amy Seimetz y Shane Carruth además de, claro está, Steven Soderbergh?
Kerrigan es el autor de al menos tres indies fundamentales: Clean, Shaven, Keane y Claire Dolan. Seimetz, actriz y realizadora, es la protagonista de Upstream Color, otra pieza fundamente del cine de vanguardia estadounidense reciente, dirigido por Shane Carruth. Sí, el mismo que se encarga de la música y las atmósferas sonoras que le dan la cualidad onírica a esta serie. Ah, por supuesto, no puedo dejar de mencionar a Soderbergh, otro de los showrunners. Pero él no necesita presentación…
The Girlfriend Experience, la serie no es la película
Hay notorias diferencias entre la serie The Girlfriend Experience (GFE) y la película original. Tantas y tan profundas son, que sus showrunners prefieren decir que la serie fue “sugerida” por la película, mas no que se trata de una adaptación.
Para empezar, el tratamiento de sus personajes principales es diametralmente opuesto. Mientras que en el film de Soderbergh el enfoque de Christine/Chelsea es abierto y explícito —al punto de que la narrativa toda se erige sobre las entradas del diario de la escora—. La Christine/Chelsea/Amanda, de la serie, le cierra la puerta de su interioridad al espectador en la cara. De este modo, la serie deviene en un estudio opaco del personaje. Sus motivaciones nunca son abiertamente expresadas y, ni siquiera, sugeridas.
Si la película original tenía una estructura fragmentada y no lineal que recordaba a Vivre sa Vie, de Jean-Luc Goddard, la serie se acerca más a la historia de otra prostituta, Belle de Jour. Como en el film de Buñuel, las pulsiones que llevan a su protagonista a prostituirse, surgen de ese oscuro rincón en el que se arraiga la fuerza vital del sexo. La estructura narrativa de la serie es lineal pero más hermética que la del film.
Puede el espectador elucubrar que Christine/Chelsea/Amanda busca el dinero, el poder o, acaso, el sexo por el sexo mismo. Pero no serán más que especulaciones. Pues ni en los momentos de mayor explosión emocional —como en la escena del ataque de pánico— podemos estar completamente seguros de que nuestra protagonista no esté fingiendo.
The Girlfriend Experience, la serie nunca juzga a Christine/Chelsea/Amanda ni su trabajo como escora. Aunque no deja de mostrar sus más terribles consecuencias.
Elocuente hermetismo
Acaso sea aquí en este hermetismo dramático, que prefiere mostrar en vez de explicar, donde se sienta más la mano de Kerrigan. Ese precisamente una de las características de su cine. El retrato de personajes alienados, devastados por un padecimiento físico, en su más compleja ambigüedad.
Curiosamente, y a pesar del monólogo interior de la protagonista de la película, el hermetismo de la serie resulta mucho más revelador de la interioridad del personaje.
The Girlfriend Experience, la película, funcionaba como la crónica indirecta del derrumbe del capitalismo especulativo estadounidense. El famoso crack de la década pasada. Formaba parte, al mismo tiempo, de la trilogía de Soderbergh sobre el trabajo. Historias protagonizadas por actores que ejercían —o alguna vez lo hicieron— el mismo oficio que el personaje que intepretaban.
De esto modo, Sasha Grey, actriz de cine para adultos en la vida real, le daba vida a la escort de la historia.
Curiosamente, a pesar de la actriz, de su oficio real y del tema, en la película había muy poco sexo y desnudos. A diferencia de la serie, donde hay abundancia de ambos. Sexo algunas veces retorcido, pero donde tampoco falta la ternura.
Sexo, poder, dinero
La serie, por su parte, prefiere enfocarse en el sutil estudio de un personaje y en las complejas relaciones que se tejen entre el sexo, el poder y el dinero.
Resulta un acierto total la dirección de arte y de fotografía, caracterizadas por espacios abiertos, monotonales y bitonales, por superficies duras, pulidas y reflectantes, claros oscuros y contraluces en los que pugnan luces claras y tonos helados, de grandes ventanales que dan a una ciudad distante, casi silenciosa. Un frío ambiente de opulencia que expresa la gélida, calculadora interioridad del personaje principal. Interpretado por la nieta de Elvis Presley, Riley Keough, con no menos sangre fría (y bravura).
Dos cosas a destacar
Dos cosas merecen una mención aparte sobre esta serie. La primera, es la brevedad de cada episodio. Con poco menos de media hora, son precisos, exactos. Con el tiempo justo para contar lo necesario. Sin que sobre nada, ni falte nada. Me pregunto si no será ese el tiempo ideal para cualquier capítulo de cualquier serie. Lo digo después de ver otra serie no menos indie de la misma cadena, Ash Vs. Evil Dead, cuya brevedad de episodios me dejaron la misma grata sensación de los de GFE.
La segundo a destacar es el desconcertante cierre de temporada. Apenas relacionado con la trama anterior, el capítulo opta por centrarse en la interioridad de Christine/Chelsea/Amanda, en una tensa escena de más de 20 minutos, tan angustiante como delirante, y muy dura de ver…