A Gray State es de esos documentales perturbadores cuyas imágenes te persiguen semanas de su visionado. En principio, parece un cuento de superación personal. El del cineasta que se empeña en hacer realidad su sueño. Es la (trágica) historia de David Crowley, un guapo, enérgico, veterano de guerra que se propone realizar una película. El film se titula Gray State.
Crowley lo concibe como la denuncia contra el estado totalitario que, cree, se está desarrollando en los EE.UU. Un film sobre “el colapso de una sociedad bajo la Ley Marcial, en un no muy lejano futuro”. Valga aclarar que Crowley es un ferviente libertario, seguidor del conspiranoide Alex Jones. Pero al mismo tiempo, pacifista. Su servicio militar en Irak y Afganistán lo desilusionó del ejército.
Gray State, la película
Crowley trabajó como un poseso en el proyecto. Hizo un trailer del film y lo usó como herramienta de promoción para colectar en las redes el dinero necesario para la preproducción de la película. Fue un éxito instantáneo. Llego a reunir más de 60 mil dólares.
En YouTube, el trailer ha sido visto más de dos millones y medio de veces. En Facebook, la página del film tiene casi 100 mil seguidores. Aunque gran parte del éxito se debe a su participación en el show radial de Alex Jones. La entrevista le convirtió en una celebridad en el mundo de la derecha alternativa estadounidense.
Pronto consiguió un ejército de fanáticos compuesto por aficionados a las teorías conspirativas, miembros de grupos de superviviencia, libertarios, veteranos de guerra y, según aseguraba, militares.
Se encargó prácticamente de todo con el film. Escribió 6 versiones del guión, que consultó con la famosa script doctor Linda Seger. Hizo 3 trailers adicionales. Escogió el reparto. Ensayó y dirigió a los actores. Dibujó los storyboards y diseñó el vestuario. Hizo el scouting y sacó los permisos para las locaciones. Dirigió la fotografía, realizada con 4 cámaras incluso. Y compuso la música y supervisó y realizó los efectos especiales.
Finalmente, logró despertar el interés de Hollywood.
Gray State, la tragedia
Hasta aquí, sigue siendo casi un cuento de hadas. Crowley se había casado con Komel, una bonita musulmana pakistaní, que le apoya en todo. Una mujer a la que describió en su diario como “fuerte, bella, feroz y mortalemente inteligente”. Se había conocido en Waco, Texas (un nombre que no pasará desapercibido a los fanáticos de las teorías conspirativas) y se casaron casi enseguida. Sus videos muestran una hermosa y feliz familia.
Tuvieron una hija, Raniya, que tenía 4 años al momento de la muerte de los tres, a tiros, en su casa de Apple Valley, Minnesota.
Allí fueron encontrados por un vecino, a quién le extrañó cómo a mediados de enero, los paquetes de regalos navideños se apilaban en la puerta de entrada. Los cuerpos estaban tendidos en el suelo. El perro ladraba sin parar. Y en una de las paredes de la sala, alguien, probablemente el asesino, había escrito Allahu Akbar. Con sangre de Komel.
Era la mañana del 17 de enero de 2015.
Gray State, el documental
Eric Nelson, productor de Grizzly Man, leyó los reportes de la muerte de Crowley en la prensa. Enseguida sintió curiosidad por ver el trailer. Lo buscó en Youtube y le pareció increiblemente bien hecho. El trabajo de un realizador en pleno uso de sus capacidades.
Poco después se enteró de que la policía había encontrado horas de grabaciones de audio y video, donde Crowley documentaba su vida en familia y los progresos de su proyecto, según contó a The New Yorker. La historia, potente y trágica, llamó la atención de Werner Herzog, quien entró al proyecto como productor ejecutivo.
Pero acaso la pieza más importante del documental, la base de toda su estructura dramática, fue el diario íntimo que Crowley llevó durante casi todo el año 2014 en la aplicación Day One.
Según The New Yorker, el diario constituye un documento único. La crónica accidental del declive del raciocinio del joven realizador en tiempo real.
El horror de la mente humana
En Cementerio de Mascotas, Stephen King asegura que no hay nada más aterrador que la mente humana. Y en el caso de Crowley, dejó constancia escrita de cómo la iba perdiendo progresivamente sin darse cuenta.
Y en uno de esos casos en los que la vida imita a la ficción, su historia parece seguir a pie juntillas la trama de una novela del maestro estadounidense de la literatura del horror. Por momentos, aterradoramente similares.
Como en el monólogo de Raniya, que parece extraído de The Shinning. Los arrebatos esotéricos de Komel. Los videos en los que David, con corte mohawk, vestido de militar y armado hasta los dientes, parece imitar al Travis Brinkley de Taxi Driver. O esos breves momentos en los que la Folie à deux se manifiesta con perturbadora, espeluznante intensidad: su aislamiento del mundo exterior, la ruptura de todas sus relaciones.
O quizás, el detalle más perturbador, esas 53 piezas musicales que Crowley compuso como suerte de soundtrack de sus muertes y que sonaron, en un loop intermible durante días, hasta que se agotó la batería del reproductor.
Y son estos momentos, que parecen contradecir lapidariamente las imágenes de la pareja feliz, las que han dado pie a toda suerte de teorías conspirativas acerca de sus muertes.
Teorías de la conspiración
Hoy, pones su nombre en Google y te devolverá toda clase de teorías, algunas más enloquecidas que otras. El grupo Anonymous lo ha convertido en un mártir. Muchos piensan que su muerte y la de su familia fue un trabajo del gobierno para evitar la realización de Gray State. En Facebook, una página pide justicia para él y su familia.
En el fondo, toda una paradoja, si hemos de hacer caso a estas teorías. Pues David Crowley habría sido asesinado por un gobierno que, de alguna manera, era del mismo signo ideológico de sus ideales. Y terminó convertido él mismo en pasto de las teorías conspirativas a las que era tan aficionado. Aunque la verdad, es peor que cualquiera de esas teorías. A Gray State está disponible en Netflix.