Sin duda alguna, The Cloverfield Paradox fue la noticia de la semana en el mundo cinematográfico internacional. Nada más basta darle una ojeada a los resultados de búsqueda que arroja Google, para darse cuenta de la enormidad del éxito que Netflix y J. J. Abrams se han anotado.
En este blog, la noticia más leída, por ejemplo, tenía que ver con el despertar del monstruo que azota New York en el primer film. Se trata de un artículo de una década de antigüedad. Así de mayúsculo ha sido el impacto.
Que la crítica y buena parte del público la haya destrozado y que en Rotten Tomattoes tenga un puntaje de apenas 16% parece ser lo de menos. De hecho, es lo de menos
Cloverfield, experiencia extracinematográfica
La franquicia Cloverfield encarna un nuevo modelo cinematográfico en el que cada película es apenas una fracción de una experiencia narrativa, que en buena medida ocurre fuera de la pantalla. Antes, muchos antes del estreno. Pero también después. Tanto en Internet como en otros medios no digitales.
En el caso de 10 Cloverfield Lane, se trató de un juego de mesa que tenía como objetivo educar a los niños en las técnicas de supervivencia en un hipotético Apocalipsis. La primera de las cintas fue precedida por una campaña de intriga en la red, que guiaba a los a través de una serie de pistas sobre los antecedentes de la historia.
10 Cloverfield Lane se destapó sólo a último momento (tanto en , como parte de la franquicia. Aunque conectadas vagamente. Las dos películas compartían el concepto de historias mínimas, personales, enmarcadas en una catástrofe mundial. Con presupuestos modestos ambas, lograron rebasar la barrera de los 100 millones de dólares de recaudación en taquilla.
En general, la experiencia extracinematográfica que el universo Cloverfield propone, demanda un espectador activo. Como ya hemos notado antes, cada película es apenas un fragmento de una mucho mayor e inconclusa, que el espectador debe construir fuera de la pantalla. Es por eso que los huecos argumentales, o los errores de continuidad, no importan. Están allí por algo, para algo, para despertar la curiosidad de los espectadores.
Una curiosidad, un deseo de dilucidar los misterios de la saque los ha llevado a hacer descubrimientos inusitados como la sincronía de eventos en la primera y tercera película en el minuto 18:20 de ambas, por ejemplo.
Ambas películaS causaron una especie de shock en su estreno e inundaron la red con toda clase de hipótesis y conversaciones. Eran la mejor muestra de la efectividad de la teoría de La Misteriosa Caja Mágica, de Abrams.
The Cloverfield Paradox no se quedaría atrás.
Un anuncio a lo Apple
El inesperado anuncio que sorprendió a medio mundo con la guardia baja, acaso se haya gestado a última hora. No obstante, a principios de año, el estreno de una película relacionada con el universo Cloverfield, de la que nadie sabía el título, estaba programado para el pasado 9 de febrero. ¿Una forma forma de despistar a medio y espectadores. Probablemente sí.
Esa fue la primera razón por la que causó tanto impacto el anuncio del film en el Súper Bowl. La segundo estuvo relacionada con la idea de Abrams de imitar los lanzamientos de productos de Apple.
Ni siquiera dentro de Netflix no todo el mundo sabía lo que estaba pasando. Y, en Paramount, aún menos departamentos tenían la información. Para mí fue maravilloso como la sacamos.
Me siento un poco como Apple cuando anuncian un nuevo producto y enseguida dicen “Disponible ahora”. Y uno se dice “espera un momento: ellos diseñaron esta cosa, la fabricaron, la distribuyeron ¿ya nadie lo sabía?”
Literalmente no tiene sentido cómo puede suceder eso. Y así mismo se sintió así con esto. Fue increíble para mí que hayan podido mantenerlo en secreto.
Es significativo que Abrams mencione a Apple. No porque sea un fanático convicto y confeso de la marca. Sino además porque en este caso en particular, no está lidiando con un estudio cinematográfico, sino con una empresa de informática que hace y distribuye cine y TV: Netflix.
No es cine, es Netflix
El arribo de Netflix a la escena cinematográfica mundial, cambió muchos paradigmas. ¿El más importante de todos? La forma en que consumimos los contenidos audiovisuales. Todo en Netflix es inmediato. O casi. Las ventanas de distribución e han reducido al mínimo. Un film que se estrenaba en Sundance, antes habría tardado años en llegar a sus audiencias naturales. Hoy, con Netflix y demás plataformas de streaming esa espera se ha reducido a semanas. A veces, días.
Con The Cloverfield Paradox se reduce a casi nada. Cuestión de minutos, apenas. Porque a Netflix, como a Abrams, le interesa más el impacto que cause en las redes para posicionar su marca a futuro que, incluso, los beneficios económicos. Empresa informática al final, también lo suyo es la conversación en las redes y la generación de contenidos que satisfagan la demanda inmediata.
¿Algún estudio de cien tradicional se daría el lujo de quemar 11 millardos de dólares al año, 6 de los cuales invertidos en contenidos, para recibir un promedio de apenas 800 millones de beneficios? Netflix lo puede hacer porque busca posicionarse, crecer y hacer crecer su base suscriptores. Como Apple, Facebook, Tesla, SpaceX o Google en sus comienzos, también lo suyo es innovar. Por eso, no le importó desembosar más de 50 millones de dólares por una película menor.
Y nada tan innovador en el mundo cinematográfico como anunciar durante el mayor evento deportivo del año en los Estados Unidos, una película inesperada con disponibilidad inmediata. Fue La Misteriosa Caja Mágica de Abrams, pero aplicada al mercadeo y los negocios.
No es una franquicia, es una colección
La Misteriosa Caja Mágica de Abrams no sólo es un ingenioso ardid narrativo y promocional. También es un efectivo truco para hacer negocios. De su gira promocional llama la atención la insistencia de Abrams en aclarar que Cloverfield no es un franquicia propiamente dicha, sino una colección.
El productor y realizador imagina un estante con películas con historias extrañas, caracterizadas por el mismo punto de partida. “¿Qué tal si…?” Se trata pues de una serie de películas conectadas directa e indirectamente.
El criterio más o menos vago de la colección, le permite poner bajo el paraguas de Cloverfield, cintas modestas que de otra forma no se convertirían en éxitos taquilleros. Como 10 Cloverfield Lane, en un principio un estupendo thriller claustrofóbico de bajo presupuesto, una locación y apenas un trío de personales.
Además, le permite tomar riesgos. Como la próxima entrega de la serie. De ser ciertos los rumores, transcurriría en la II Guerra Mundial e incluiría elementos sobrenaturales como zombies.
The Cloverfield Paradox tiene huecos argumentales, errores de continudad y diálogos que rayan en lo camp. Cuenta una historia un tanto disparatada que se conecta debilmente con las otras dos películas de la colección. Pero eso no impide su disfrute ni que se convierta en el tema de conversación número 1 de la semana en las publicaciones especializadas. Ni que sea percibida como todo un éxito. Y esa es su mayor paradoja.