Ayer fue el estreno de Asalto al cine de la joven realizadora Iria Gómez Concheiro, en el festival de Fortaleza.
Ya la cosa se me puso intensa. Comienzan a acumularse los borradores —sobre el excelente documental Os ultimos cangaceiros, de Wolney Oliveira, sobre Operación Peter Pan, de la veterana documentalista estadounidense Estela Bravo— a medio terminar en el área administrativa de la página, mientras corro de un lado a otro para asistir a las proyecciones de la competencia oficial, algunas películas de las muestras paralelas, los homenajes y para cumplir con los panas.
Ahora estoy en la conferencia de prensa de la cinta mexicana Asalto al cine de la joven realizadora Iria Gómez Concheiro y la colombiana Todos tus muertos de Carlos Moreno.
La primera es la ópera prima de su directora, el resultado de cerca de siete años de trabajo. La idea surgió de una noticia.
Soy coleccionadora de recortes de periódico. Una vez, encontré una noticia titulada “Asalto de película”. Fue el origen de la película. Me di cuenta que se trataba de una buena oportunidad para hablar de la falta de espacios para los jóvenes mexicanos. Toda una generación de muchachos sin salida, que incluso han sido catalogados un poco despectivamente como “ni-nis”: ni estudian ni trabajan.
Dice su sinopsis:
Asalto al cine cuenta la historia de cuatro adolescentes: Negus, Chale, Sapo y Chata. Son amigos desde niños, viven en una unidad habitacional de la colonia Guerrero, y su adolescencia transcurre entre la necesidad de ocupar su tiempo y no encontrar cómo. Así empiezan a jugar con la idea de asaltar un cine. Cada uno, en función de sus conflictos, encuentra motivaciones para llevarlo a cabo. La aventura los orilla a enfrentarse con sus vidas y pone en riesgo lo único que tienen: la amistad.
Gómez aprovechó el tiempo que demoró la producción en arrancar para trabajar con sus actores y desarrollar vínculos emocionales con sus personajes. Se trata de nuevos actores, algunos no profesionales, con lo que trabajó durante ocho meses casi nueve horas diarias. Mientras que por el otro lado, asumió el riesgo de asignarle papeles secundarios y de figurantes a los grandes nombres del cine mexicano.
Fue mi manera metafórica de “asaltar” al cine mexicano. Pero fue un riesgo. Me preocupaba que pudiera afectar la naturalidad y el realismo de la historia.
Para reforzar el vínculo emocional, directo, con la escena y sus personajes, decidió operar ella misma la página.
Como soy bajita, con unos amigos herreros del centro cultural en el que trabajo, desarrollamos una especie de arnés o estabilizador, que me permitía hacer cámara en mano y al mismo tiempo, variar la altura del encuadre. Lo malo es que le añadía cinco kilos de peso a la cámara. Toda la película está hecha en cámara en mano. No usamos trípode. Y en algún caso que no usamos la cámara en mano, usamos un Steadycam. También lo operé yo.
Para Gómez era ineludible contar su historia en el actual momento histórico mexicano.
Hay que preguntarse por qué el 80 por ciento de los cerca de 44 mil muertos de los últimos cuatro años son menores de 25 años.
La película no pretende dar respuestas, que no tengo. Sino hablar de un momento histórico desde la perspectiva íntima de la fragmentación familia. El joven que asalta no es victimario, es víctima y me parecía importante contar sus razones. Los jóvenes mexicano viven en el “no se puede” y busca “que se pueda” pero por medios equivocados, acaso yendo contra lo establecido.
En su próxima película, La vida pasa, buscará ampliar esa misma búsqueda al ámbito latinoamericano al tratar el tema de los “falsos positivos” colombianos: jóvenes asesinados que los cuerpos policiales hacen pasar por guerrilleros para cobrar recompensas.
Creo que Todos tus muertos, de Moreno, merece su propio artículo.