Debo admitir que Todos tus muertos, del colombiano Carlos Moreno (Perro come perro) me tomó por sorpresa. No esperaba un tratamiento tan inusual de un tema que siempre se presta a la solemnidad.
Me explico. La masacre en una zona rural colombiana recibe un enfoque inesperadamente surrealista, con desconcertantes toques de humor negro. Piensen en un cruce entre La Muerte de un Burócrata, de Tomás Gutiérrez Alea y The Trouble with Harry, de Alfred Hitchcock.
Según Harold De Vasten, coprotagonista del film, la trama se basa en un hecho real.
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Se supo que en los linderos de dos pueblos del interior aparecieron un montón de cuerpos. Los alcaldes de ambas poblaciones comenzaron a echarse la culpa uno al otro. Ninguno quería hacerse cargo del asunto. Pero la noticia fue callada por los medios. Nunca fue reseñada ni llegó a conocerse. Se escogió el tono de fábula, de farsa, para evitar el rechazo del público. Sin embargo, el director Carlos Moreno, decidió mantener una suerte de distanciamiento bretchiano.
En el centro de la trama está un humilde parcero cuya vida se ve trastocada por la aparición de los cuerpos en su sembradío de maíz.
Es día de elecciones y Salvador trabaja sus tierras indiferente al revuelo electoral, hasta que se encuentra con una macabra sorpresa: durante la madrugada, alguien ha arrojado varios cadáveres que se amontonan en medio de sus cultivos de maíz. Al denunciar los hechos tropezará con el silencio que los políticos quieren imponer por no destapar un escándalo en tan señalada fecha.
De Vasten cuenta que el film se realizó bajo duras condiciones de rodaje, siempre con luz natural para capturar el color real de los maizales y el paisaje del valle del Cauca. El esfuerzo valió la pena, pues Todos tus muertos ganaría el premio a la mejor fotografía en el festival de Sundance.