Cíclicamente, uno vuelve a toparse con el mismo tema (o mito) del “Papá-Estado, benefactor, burocrático, ineficiente y clientelar” que, cual doncella saltarina con una canasta, reparte alegremente fajos de billetes para que unos simpáticos duendecillos, muy nerviosos e inseguros, filmen sus películas, también a la ligera, sin responder por los dineros públicos que les ha otorgado.
No. La realidad no es ese cuento de hadas que te han vendido. Que si así fuera, todo el mundo sería no sólo cineasta, sino millonario además.
El financiamiento de una película venezolana es un asunto mucho más complejo. Por otra parte, el negocio del cine en este país es mucho más riesgoso de lo que a veces se sugiere. Money talks, dicen los estadounidenses, y cuando habla, uno se entera de cuán difícil será desarrollar una industria cinematográfica en nuestro país.
Si quieres enterarte de cómo es en realidad el asunto, sigue leyendo. Ahora, si prefieres seguir creyendo en cuentos de hadas, no necesitas seguir leyendo.
La fuente principal de financiamiento de cine venezolano es el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, el CNAC, que sólo aporta un porcentaje variable del presupuesto total de la película, siempre y cuando el productor demuestre tener asegurado un porcentaje de financiamiento equivalente.
Es decir, para que el CNAC aporte el 50 por ciento del presupuesto de tu película, tienes que demostrar que ya tienes asegurado el otro 50 por ciento. Usualmente, el cineasta obtiene este porcentaje con inversión privada: productores que invierten dinero a cambio de un porcentaje de la recaudación, casas de alquiler que aportan equipos, recursos provenientes de fondos internacionales de ayuda (Programa Ibermedia, Huber Bals, etcétera) y hasta en forma de personal humano que decide trabajar en la película, también a cambio de un porcentaje.
De modo pues que toda película venezolana es una asociación entre el sector privado y el público, no un deseo cumplido del hada madrina. No, la cosa es mucho más seria.
Cuando el cineasta introduce su proyecto a consideración de la Comisión de Estudios de Proyectos del CNAC (integrada por representantes del sector público, privado y gremial), ha pasado un buen tiempo desde que escribió el guión (generalmente sin cobrar o sin pagarle al guionista), ha trabajado gratis unos cuantos años (mínimo tres) y ha desembolsado una buena cantidad de dinero en contadores, abogados, derechos de autor, fotocopias, envíos al exterior, para armar un proyecto que acaso sea rechazado por la comisión evaluadora.
Si el financiamiento es aprobado, el cineasta o productor deberá presentar una garantía por ese dinero. ¿Estaría tu tío millonario dispuesto a poner su mansión como garantía del millardo que el CNAC le aportará a tu película, a sabiendas de todos los riesgos que ello conlleva?
Para empezar, ¿tienes un tío millonario?
Desde luego, el aporte del CNAC no será a saco roto. Si el CNAC aporta dinero para tu película, le CNAC se convierte en productor asociado y recibirá un respetable porcentaje de la recaudación de taquilla.
Papá-Estado es bueno, más no pendejo.
Tu tío millonario deberá saber que una vez que tu película de 2 millardos de bolívares salga de cartelera y se saquen las cuentas, al exhibidor (el dueño de las salas de cine) le toca aproximadamente la mitad del total recaudado y un 10 por ciento van a parar a las arcas de los impuestos municipales. Del 40 por ciento restante, el mismo exhibidor distribuidor descuenta sus gastos (copias, publicidad, afiches). De lo que queda, el 25 por ciento le corresponde al distribuidor y un 75 por ciento a los productores. El productor Daniel Jerozolimsky lo explicó alguna vez en este comentario.
Para hacerlo más sencillo: calcula que al final te van a tocar 20 de cada 100 bolívares que recaude tu película. Pero de esos 20 bolívares, 5 le corresponden al CNAC y 15 serán para repartir entre tus productores, inversores y tu tío millonario, el de la fianza, además de cancelar al SENIAT y Fonprocine los impuestos de rigor.
Si tu película recaudó más de 600 millones de bolívares en taquilla, es posible que entren a tu bolsillo unos 50 millones, con mucha, mucha suerte y si es que no tienes deudas y ya le devolviste su plata a todos tus productores. Si te tomó 5 años filmarla, serán 10 millones de bolívares por año de trabajo. Unos 830 mil bolívares mensuales, si todo ha salido bien.
Nada mal, ¿eh?
Otra cosa, tu tío millonario también deberá saber que de cada 100 bolívares que la película genere en el futuro, 10 le corresponden al CNAC hasta recuperar lo invertido en tu película.
Chamo, te lo juro: ni las hadas, ni los duendes, ni el Papá-Estado existen. (Ahora, que papá esté en estado es otra cosa…)