De niño, imaginaba que Suecia era un lugar soleado donde rubias muy guapas caminaban desnudas por la playa. En mis ensueños eróticos infantiles, esas rubias ligeras de ropa y de cascos, eran maestras, azafatas o enfermeras que disfrutaban de sus vacaciones.
Y es que en la cartelera de cine del periódico que solía leer mi papá, siempre parecía haber una película erótica titulada “La (inserte aquí, amable lector@, la profesión de sus fantasías) se va de vacaciones”.
Y esas películas, cuyos avisos yo revisaba temblorosa y escrupulosamente encerrado en el baño y que eran proyectadas en los cines prohibidos del centro, siempre parecían venir de un mismo país: Suecia.
Poco después, en el pueblo donde vivían mis primos, pude colarme en una función de medianoche. Antes de que el dueño del cine nos sacara por las protestas de su mujer, alcancé a ver cómo una “sueca” orinaba en un plato de aluminio. Desde entonces y por mucho tiempo, Suecia también fue para mí un lugar donde las mujeres orinaban, de pie, en platos de aluminio.
Pero después vino el video, que acabo con los cines del centro antes de que yo tuviera la edad suficiente para entrar, y El Séptimo Sello, que acabó con mi idea de lo que debía ser una buena película sueca.
Pero no toda está perdido.
Según Variety, el Instituto de Cine de Suecia ha anunciado su apoyo a un proyecto que podría devolver a Suecia al sitial de antaño en el cine erótico. Se trata de una serie de cortometrajes pornográficos, dirigidos por mujeres, y que formarán parte de una película titulada Dirty Diaries.
Las realizadoras tendrán toda la libertad para filmar lo que quieran y lo que desee, siempre y cuando nadie resulte herido en el asunto y todos los actores estén en edad –legal– “de merecer”.
Y, para estar a tono con los tiempos, los cortos serán rodados con teléfonos celulares. Resulta tranquilizador saber que los suecos siguen siendo tan modernos como antes.
Vía ı Cinematical
