Si, lo confieso, yo también quise ser El Hombre de Acero. El hombre con los mayores superpoderes en la tierra. Su verdadera identidad: un hombre tímido y honesto, enamorado de una hermosa chica a quien intenta salvar, (de nuevo la salvación y las mujeres en mi vida, pero ese es otro tema que necesita diferentes súper poderes.)
Por: Jeissy Trompiz Albornoz
Tenía curiosidad de ver la nueva entrega del hombre de acero, no por ser fanático de las grandes superproducciones Hollywoodenses, pero es innegable los vínculos afectivos que me unen con este súper héroe desde la infancia, quizás porque Clark y yo nos peinábamos igual, porque éramos algo torpes y en el fondo creíamos tener algún súper poder.
En el cine nos encontrábamos varias generaciones, la mayoría crecimos con Christopher Reeves como imagen referencial del hombre de acero. A pesar de los intentos posteriores de seriados de televisión, no hubo sombra que atenuara la presencia del señor Reeves en nuestra iconografía cinematográfica-existencial.
El Hombre de Acero y la renovación de los superpoderes
La renovación de los superhéroes trae consigo la implantación de nuevos poderes y características acordes a los nuevos tiempos.
Ante la introducción en el mercado de los Anime como Dragon Ball, con sus peleas épicas, y de los monstruos metálicos de Transformers, los viejos salvadores no podían venirse a menos, sentarse en una mecedora y en las noches de un lejano pueblo contar cuentos de cómo se combatían a los antiguos villanos. Mazinger Z es de algún modo el padre de los Transformers, así como Superman lo es de Gokú, de la saga Dragon Ball. Pero Superman necesitaba una revancha en el mercado que él mismo inició en los años treinta del pasado siglo.
Para esta nueva generación llena de los milagros tecnológicos ausentes en antaño, Superman también tuvo que reforzar su físico, así que vino con una dosis de anabólicos que le proporcionan mayor musculatura. Los villanos no podían ser humanos, así que se importaron
unos tan fuertes como él, capaces de hacerle frente en una pelea pareja y salvaje como las de Ultimate Fighting, inyectadas de épica destructora de ciudades.
Quizás por mi curiosidad maracucha, a veces voyeurista-fotográfica, las peleas callejeras despiertan ese lado salvaje y terrenal que habita en las almas… humanas al fin. A pesar de odiar tener que alzar mis puños para las peleas, los combates ajenos en la calle activan mi adrenalina esperpenta.
Un par de veces las botellas han silbado muy cerca de mi por darle rienda suelta a la curiosidad, en 3d las he visto estallar y llenarme de ron barato. Hollywood no usa ron, miche (licor artesanal de bajo costo), ni nada por el estilo, aprovecha por el contrario la sensación hiperrealista del 3D para que la necesidad voyerista de los espectadores se sacie con las peleas épicas, y asomado en la cerca de ciclón al puro estilo Ultimate Fighting, poder desde la butaca apreciar la descomunal batalla que defina el curso de
“nuestra” humanidad.
El Hombre de Acero, iconografía
Sin embargo, lo que más me sorprendía del nuevo hombre de acero es su iconografía cinematográfica implícita en la película. Superman no podía tener otro padre que el Gladiator (Rusell Crowe), mitad guerrero, mitad genio científico de la economía que posee una Mente Brillante (Beautiful Mind). Nada menos podía estar en sus genes, ningún otro podía representar al padre de El hombre de acero. Superman en la tierra es criado por Kevin Costner, Un Intocable (The Untouchables), que Danza con Lobos (Dance with Wolves), un hombre honesto, correcto ante todo. La filmografía de cada actor hace alusión directa a las características de sus personajes.
En la película su madre de crianza es Diane Lane y Ayelet Zurer la de sangre, esta última es una actriz israelí.
Louis es la dulce y sexy Amy Adams (Disney: Enchanted y Sunshine Cleaning), quien tampoco se queda atrás con sus referencias cinematográficas.
A todas estas Clark Kent no podía ser otro que John Travolta, la unión más cruda de Tony Manero en Saturday Night Fever y Danny Zuko en Greese. La búsqueda del perfil iconográfico fue tan minuciosa que se reivindicó a los pelos del pecho que salían de la camisa de Tony Manero, por lo que nuestro nuevo Superman le otorga la libertad a los suyos para que salgan libremente de su traje. ¡Nos han reivindicado a los pecho peludos!
Pero las referencias no se quedan en la ico-cinematográfica. Nuestro salvador no puede ser otro que un Apollo Helios o la unión de deidades solares hecha por los romanos que se convirtió en Deus Sol Invictus (“el invencible Dios Sol”).
El Hombre de Acero como el Mesías
La mitología griega y romana con su épica fue una de las grandes influenzas en este Mesías con Superpoderes, un Dios Solar que trae el orden y la conciencia. Pero el perfeccionamiento del arquetipo continúa, este unigénito enviado del cielo, criado por campesinos y que a sus 33 años salva al mundo (la edad de Cristo), es obviamente el Mesías esperado para la salvación de la irremediable perdición humana. La visita de Clark a la iglesia con los vitrales de Jesús de fondo, hacen clara la alusión a Cristo orando para fortalecer su espíritu antes de ser crucificado.
La alusión al Apocalipsis y la llegada del Mesías se fortalece con las imágenes apocalípticas al puro estilo 11 de septiembre y The Independance Day, así como a la inclusión de sus propios jinetes del Apocalipsis, ángeles caídos con la fuerza suficiente para destruir a la humanidad y enfrentarse a Superman, representados por el General Zod y sus secuaces. A diferencia de estos ángeles caídos, nuestro Mesías con anabólicos, llamado originalmente en su planeta Kripton con el nombre de Karl-El (“La voz de Dios”), hijo del científico Jor-El (que significa “el que llegará a ser Dios” o “Dios El Padre”), es el enviado del cielo, no el caído.
Y es justificada la creación por parte de los grandes estudios de este Mesías-Superman en esta generación de renovación constante, en esta sociedad que se suicida por falta de fe y de Dios. En una sociedad donde la hegemonía de las vidas virtuales se hace más importante que la vida misma, se hace indispensable la construcción de atalayas, de vacas de oro, de padres salvadores ante la orfandad en la que nos hemos sumido.
Por ahora parece que seguiremos viendo a Jhon Travolta disfrazado de Superman volar al son de You Should be dancing de los Bee Ges.