Cold War de Paweł Pawlikowski tiene la particularidad de estar filmada en blanco y negro y en el mismo formato de la época en que transcurre su historia. El exquisito blanco y negro trata de imitar la relación de contraste de la película Orwo, una rara emulsión fabricada en la República Democrática Alemana y que era muy apreciada por fotógrafos, directores de fotografía de vanguardia y estudiantes de cine de la Guerra Fría.
El formato es académico 4:3, propio también de los noticieros cinematográficos de entonces y que en un film como este, que usualmente demandaría vistas amplias de la recreación de los escenarios rurales y citadinos de la postguerra, obliga a los realizadores a abigarrar los elementos visuales dentro del reducido espacio casi cuadrado del encuadre. Lo que contribuye a subrayar el carácter claustrofóbico de la vida bajo régimen comunista polaco y de la relación de dependencia de la pareja protagonista.
Zula y Wiktor
Ellos son Zula y Wiktor. Zula está interpretado por una soberbia Joanna Kulig y Wiktor, con no menos maestría, por Tomasz Kot. Ella es cantante. Él, compositor, director y pianista. En su superficie, Cold War de Paweł Pawlikowski es la historia de su relación de dependencia en la que interponen, una y otra vez, las grandes circunstancias históricas de la época. Wiktor quiere dejar el país y trata de convencer a Zula de que lo acompañe. Ella duda en seguirlo.
Es la historia de miles, si acaso, millones de parejas que han vivido bajo un sistema totalitario. Como en las novelas del checo Milan Kundera, el exilio y el arraigo son las dos fuerzas opuestas que terminan el destino de los amantes. Zula parece ser feliz en su Polonia natal, donde goza de cierto prestigio. Wiktor no quiere vivir bajo un régimen que le obliga a falsear el folklore de su país para introducir loas al gran timonel, el camarada Stalin. Pero la nostalgia lo ata a su tierra.
La nostalgia encarnada en la mujer que él cree, es la mujer de su vida. La de Wiktor y Zula es una relación condenada, que nace entre las ruinas de la Segunda Guerra Mundial y el fango que deja el deshielo del invierno en retirada.
Cold War de Paweł Pawlikowski, música, tradición y totalitarismo
La influencia de Kundera va más allá del examen de una relación de dependencia, el totalitarismo y la nostalgia del exilio. También se le nota en el papel fundamental que juega la música en el film. Tanto para los protagonistas como para el contexto histórico.En el fondo, esta historia de amor condenado es también un musical que indaga en la música popular de la época.
Aún más: el film revela los mecanismos que usa el totalitarismo para apropiarse de la tradición, la historia y la cultura de un país y sustituirlas por el kitsch propio del régimen comunista. En este sentido, la película no deja d lado el impacto que tiene esta intervención en la vida de los artistas, de los músicos y los interpretes.
No en vano, usa el jazz de los clubes parisinos para enfatizar el contraste entre un género musical libre y creativo, y el adocenado falso folklore patrocinado por el Partido Obrero Polaco.
En resumidas cuentas, Cold War de Paweł Pawlikowski es un examen de los efectos devastadores del totalitarismo no sólo en la intimidad de los ciudadanos que viven bajo su yugo, sino también en la tradición popular y la cultura de los territorios que oprime.
Como el film anterior de Pawlikowski, Ida, ganador del Oscar, Cold War estuvo nominado a los premios de la Academia.