El comentario del amigo El Acorazado Potemkin me recordó una jocosa cita del gran Guillermo Cabrera Infante (o su alter ego, crítico de cine impertinente y guionista insolente, G. Caín):
El cine es precisamente el arte de no tener nada que decir. De ahí su influencia en la novela moderna. ¿Qué tiene que decir, por ejemplo, El Acorazado Potemkin? Unos marinos rusos encuentran que sus raciones, rancias, saben a queso de Limburgo y en ellas anidan unos gusanos blancos. En protesta se amotinan pidiendo un mejor menú. Las consecuencias del motín es que otros acorazados, tal vez con mejor comida, imponen el orden zarista a cañonazos. El resultado visible es que, como relata Borges, tres leones de mármol sufren al hacerse añicos…