De entrada suena a ciencia ficción, a narrativa distópica, a teoría conspirativa, pero la verdad es que hackear una democracia es relativamente fácil y mucho más barato que una guerra convencional.
En 2007, Estonia se jactaba de ser acaso el único país completamente digital. Pero entonces, la reubicación de una estatua que databa de los tiempos en que la pequeña nación se encontraba bajo dominio soviético, dividió en dos a la población. De una lado, los estonios. Del otro, los rusos étnicos. Hubo desórdenes en las calles. A favor y en contra del traslado de la estatua del Soldado de Tallinn.
Y el 27 de abril de ese año, comenzaron los ataques cibernéticos. Y en un abrir y cerrar de ojos, el país europeo más avanzado digitalmente, quedó a oscuras en uno de peores ataques de guerra virtual de los que se tenga memoria. Una investigación posterior arrojaría que los ataques se habían originado en Rusia. Y que el incidente de la estatua había sido en parte manipulado para dar pie a la acción bélica.
A raíz del incidente, la Organización del Tratado del Atlántico Norte comprendió que se había un nuevo frente de guerra y creó el Centro de Cooperación de Excelencia en Ciberdefensa. El CCDCOE., por sus siglas en inglés, desarrolló El Manual Tallinn de Leyes internacionales Aplicables a la Guerra Cibernética.
Cómo hackear una democracia: el caso estadounidense
Una década después, el Informe Müeller del Departamento de Justicia estadounidense concluía con una acusación a una decena de operativos militares rusos y piratas cibernéticos por interferir en las elecciones estadounidenses. Algunos altos cargos del equipo de campaña de Trump, como Roger Stone y Paul Manafort, también terminaron en la cárcel por la investigación. La filtración de los correos de la convención demócrata, que implicaba a un oficial de inteligencia ruso y Wikileaks, fue la gota que derramó el vaso.
Lo que habían denunciado esporádicamente los medios se manifestaba con contundencia: que las operaciones psicológicas encubiertas de naciones extranjeras a través de la manipulación de datos y de las redes sociales, habían alcanzado la cúspide del poder y manipulado una elección. Encontraron de todo: operaciones psicológicas encubiertas, noticias falsas, realidades alternativas, polarización artificial de la sociedad, tráficos de datos, propaganda personalizada…
¿Cómo era esto posible? Además de las imprescindibles Hater y United States of Conspiracy, la lista de películas que sigue a continuación te dará una buena idea de cómo hackear una democracia.
The Social Network
Las redes sociales ocupan un lugar preponderante en este extraño mundo que vivimos. Pero una de ellas es la responsable de buena parte de la crispación política que sufrimos: Facebook. La otra red responsable de esa crispación es Twitter. La red social de Mark Zuckerberg se ha convertido en un arma muy efectiva para darle forma a la realidad alternativa en la que nos hemos sumergido: fake news, microtargeting, vigilancia, venta y tráfico de datos personales…
Aunque todas las redes sufren en mayor o menor medida de los mismos problemas, la relación de Facebook con Cambridge Analytica, puso a la red de Zuckerberg en el ojo del Huracán de Brexit y las elecciones estadounidenses de 2016. El filme de David Fincher sobre la génesis de Facebook arroja pistas sobre la ética elástica que rige en la red y sobre los métodos de negocios al menos poco ortodoxos de su fundador, Mark Zuckerberg.
¿Por qué Facebook es tan efectiva para operaciones encubiertas? Básicamente, porque Facebook es un red personal basada en sentimientos. Además, por las ventajas que ofrece. Acceso a millones de datos, publicidad personalizada, poca vigilancia y moderación de mensajes, casi nula supervisión de las campañas publicitarias hacen de esta red social una de las más efectivas herramientas para hackear una democracia.
Hypernormalisation
Adam Curtis ha construido su obra explicando el mundo que nos rodea, exhumando hechos que le dan sentido a sucesos aparentemente espontáneos e inconexos. En líneas generales, cada uno de sus prolijos ensayos audiovisuales resultan iluminadores.
Pero en el caso de Hypernormalisation, acaso sin proponérselo, concreta una obra no sólo iluminadora, sino además profética. Al desmontar, pieza a pieza, esta realidad paralela en la que vivimos, Curtis termina pronosticando, acaso sin proponérselo, lo que sucedería en las elecciones estadounidenses —la pieza fue estrenada meses antes de las votaciones— y la interferencia de Rusia en el proceso electoral.
Partiendo del concepto de Hypernormalisatión, acuñado por el escritor Alexei Yurchak para definir la falsa normalidad que se vivía en los últimos años de la URSS, Curtis deconstruye nuestra realidad alternativa actual. Del concepto de lo cool a la capacidad del sistema de absorber las disidencias y las vanguardias artísticas. De la cámara de eco de las redes a la política mundial entendida como una puesta en escena teatral. De los líderes políticos convertidos en villanos a conveniencia al auge de la información como entretenimiento. De la quiebra de Nueva York en los 70 al auge de Donald Trump como magnate inmobiliario y luego como candidato presidencial con un extraño vínculo con Putin. Y, desde luego, el Brexit. Son algunos de los temas que Curtis desmenuza con meticulosa inteligencia.
Pero por sobre todo, resulta particularmente revelador, el perfil que Curtis traza sobre Vladislav Surkov, el cardenal gris del Kremlin verdadero cerebro detrás de este concepto de realidad alternativa. Un documento imprescindible.
Why We Hate
Todo líder político y gobernante sabe que el odio, bien manejado, es un arma muy poderosa para mantenerse en el poder. Divide et impera es la máxima que resume las políticas del poder. Y nada tan efectivo como el odio para dividir a tus gobernados. La polarización política de la sociedad, en dos o más bandos, es otra de las condiciones indispensables para hackear una democracia. El odio es la base de toda polarización irreconciliable.
En esta serie producida para Discovery Channel, los productores y directores Steven Spielberg y Alex Gibney se sumergen en la historia de la humanidad para develar cómo nuestros gobernantes desde siempre nos han dividido y polarizado a través del odio para mantenerse en el poder. De la Alemania Nazi al conflicto colombiano, pasando por la guerra de Las Balcanes y el genocidio en Rwanda, los realizadores trazan el escalofriante camino que lleva del odio político y la polarización de la sociedad a la muerte de millones en masa, en conflictos bélicos y asesinatos masivos.
Brexit, Uncivil War
Más que el ataque cibernético a Estonia, que fue un acto de guerra, y la interferencia en las elecciones estadounidenses de 2016, es el Brexit el caso ideal para estudiar cómo hackear una democracia.
El de Julio de 2016, la opción del Leave resultó ganadora en el referéndum convocado por el primer ministro británico David Cameron, lo que desató un cataclismo político y comercial de pronóstico reservado para Inglaterra y para la Unión Europea. Al día siguiente, el ánimo general era de absoluta estupecfación. ¿Cómo había podido suceder semejante despropósito? Brexit, The Uncivil War intenta dar respuesta a una de los resultados electorales más desconcertantes y trágicos de los últimos años.
El telefilme de HBO se centra en la figura de Dominic Cummings, diseñador y estratega de la campaña a favor del Leave.UE, en la que juega un papel fundamental el microtargeting, para distribuir contenidos noticiosos falsos hechos a medida de los votantes en Facebook y persuadirlos de votar por el Leave.UE. Fake News y Big Data al servicio del hackeo de un sistema electoral.
El proceso, novedoso en la política inglesa, estuvo a cargo de la empresa AggregateIQ, la misma que desarrollaría el software Ripon, y las bases de datos que Cambridge Analytica emplearía en las elecciones estadounidenses. El ex asesor de seguridad de Donald Trump, John Bolton, y los senadores Thom Tillis and Ted Cruz son otros de sus célebres clientes.
Brexit, The Uncivil War no ahorra detalles en la descripción del escalofriante proceso de desarrollo de una campaña orientada a provocar una de las mayores catástrofes políticas de la historia contemporánea.
The Great Hack
Pero, ¿cómo se usan los datos masivos y el microtargeting para hackear una democracia?
Los documentalistas Karim Amer y Jehane Noujaim te lo explican en Nada es privado (The Great Hack), una crónica pormenorizada del escándalo de Cambridge Analytica, además de un examen detallado de las técnicas empleadas para manipular las votaciones del Brexit y la elección de Donald Trump.
Brexit no habría ocurrido sin el concurso de AggregateIQ. Pero ciertamente la historia no se detuvo ahí. Las técnicas de minado de datos, publicidad micromanejada y personalizada, noticias falsas y manipulación a través de las redes, también serían puestas en prácticas en decenas de procesos electorales de países alrededor el mundo. Entre ellos, en Estados Unidos, por la empresa Cambridge Analytica, una de las responsables de llevar a Trump al poder.
Amer y Noujaim te enseñan paso a paso cómo se logró este gran hackeo global en Nada es privado (The Great Hack). El panorama que trazan es sencillamente aterrador: cómo las grandes empresas de internet se han dado a la tarea de recopilar la mayor cantidad de información (datos) personales de los usuarios, hasta llegar a un punto en que sus algoritmos nos conocen mejor que nosotros mismos.
Según el documental, Cambridge Analytica llegó a amasar 5 mil puntos de datos de millones de electores estadounidenses, lo que les permitió predecir con más o menos exactitud su comportamiento ante las urnas. Además, ¿alguna vez te ha asaltado la paranoia de que tu teléfono te escucha y vende tu información? ¿Te ha pasado que mencionas algún producto en voz alta y, más tarde, Facebook te muestra publicidad de ese mismo producto? ¿Quieres saber cómo es posible esto? Este documental te lo explica.
After Truth: Disinformation and the Cost of Fake News
Teorías conspirativas y noticias falsas son dos otras de las herramientas imprescindibles para hackear una democracia. Las teorías de la conspiración sirven para unificar seguidores en torno al líder y enfrentarlos por medio del odio a otro grupo humano, religioso, étnico o político. Mientras que las noticias falsas permiten la manipulación política por medio de otra poderosa emoción vital: el miedo al otro, al diferente, al desconocido, al extraño, al extranjero.
El documental de HBO, After Truth: Disinformation and the Cost of Fake News, dirigido por Andrew Rossi, es una investigación de ambos fenómenos en el contexto de la sociedad estadounidense. Pero lo más interesante es que pone su enfoque en las consecuencias que las fake news y las teorías de las conspiración tiene en los ciudadanos comunes y corrientes. Los efectos, siempre devastadores, en su contidianidad.
El trabajo hace énfasis en una conocida teoría conspirativa y fake news: el Pizzagate. Pero lejos desde examinarlo a la distancia, Rossi entrevista a los perpetradores y a sus víctimas con lo que termina elaborando un relato emocional inesperado.
Get Me Roger Stone
Pero, ¿quiénes son los perpetradores del hackeo a las democracias? En el caso de la elección estadounidense de 2016, Roger Stone jugó un papel protagónico.
Get Me Roger Stone, escrito y dirigido por Dylan Bank, Daniel DiMauro and Morgan Pehme cuenta la historia del singular personaje, estratega político, lobista y asesor electoral del actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Stone, colaborador habitual de Alex Jones, también ha sido uno de los principales difusores de las más conocidas teorías conspirativas actuales.
Fue además uno de los contactos entre los operativos de inteligencia rusos, Wikileaks y la campaña de Trump en el caso de los correos electrónicos de la Convención Nacional Demócrata. Condenado a 7 años de prisión, recientemente ha sido perdonado por Donald Trump. Un personaje que por su falta de escrúpulos, ausencia de ética y sus afectadas maneras, no deja de resultar fascinantey un experto en cómo hackear una democracia.
The Brink
El hackeo a las democracias se da en un contexto político muy particular: el del ascenso al poder de los nuevos populismos y autoritarismos. Sean de izquierda o de derecha. Y tras muchos de los populistas que llegan al poder, hay un nombre que se repite: Steve Bannon.
Exfundador y editor del site de fake news y conspiraciones políticas Breibart News, fue uno de los propietarios de Cambridge Analytica, una de las empresas involucradas en el Brexit y la manipulación de la data en las elecciones estadounidenses. Fue uno de los estrategas de la campaña electoral y con la llegada de Trump al poder llegó a la Casa Blanca. Pero su paso por el gobierno de Trump fue también breve.
Este documental de Alison Klayman se centra en el Bannon asesor e ideólogos de los más grandes partidos populistas de extrema derecha europeos que luchan por alcanzar el poder. Y que, algunos, ya lo han logrado.
Risk
Risk, de Laura Poitras se centra en otra de las figuras protagónicas del caso de la interferencia en las elecciones estadounidenses, Julian Assange. Asilado en la embajada de Ecuador, no resulta nada halagador el retrato que emerge del fundador de Wikileaks. Un arrogante ególatra, carcomido por la paranoia y la ambición política.