Das weisse band es una exploración de la infancia del nazismo, una idea realmente simple pero que en manos de Haneke, quien además de cineasta es filósofo y psicólogo, dicen que resulta iluminadora. En una entrevista con el diario El País de España, Haneke explica que su intención era “hacer una película sobre cómo todo ideal se pervierte”.
Es un filme sobre las raíces del mal, sobre la perversión de la naturaleza humana. Mi propósito era mostrar cómo aquellos que erigen los principios de manera absoluta se convierten en verdaderos monstruos. En aquella época, el protestantismo religioso era muy rígido y la educación muy estricta.
Las autoridades eclesiásticas y los progenitores les inculcaban a los niños un rigor moral, que no aplicaban a sus propios actos. Los niños se convirtieron en justicieros porque creían ser la mano derecha de Dios. Sucedió en Alemania, y esta generación 20 años después creó el nazismo.
Esta película no es sólo sobre los orígenes de ese movimiento, sino sobre todos los terrorismos ideológicos, políticos o religiosos. Es un problema que afecta a toda la humanidad, porque esto puede suceder en cualquier lugar del planeta y en cualquier época de la historia.
El crítico español Carlos Boyero asegura que Das weisse band fue “lo más perturbador, profundo y magnético” que vio en esta “nada exhuberante” edición del festival:
Haneke disecciona los orígenes del nazismo haciendo el retrato de las tensiones, la violencia subterránea, las disimuladas taras, la podredumbre moral que habita en un pueblo de la Alemania del norte en los años anteriores a la primera guerra mundial. Se centra obsesivamente en el mundo de los niños, educados en el autoritarismo, la hipocresía de las normas de conducta, el castigo implacable y el miedo.
Muestra con la acerada frialdad que caracteriza su cine las relaciones de poder que establecen los adultos, regidas por la corrupción, y la ocultación de las miserias y su influencia en los críos, que utilizan como espejo ese modelo para juegos perversos en los que está abierta la veda para machacar a los débiles, en los que la fuerza justifica todo tipo de ignominias.
Haneke construye con densidad emocional y una atmósfera desasosegante un microcosmos del horror, cuyas consecuencias se dan pavorosamente evidentes cuando esos niños se hagan mayores y encuentren el refugio de una ideología en la que volcar sus frustraciones, su ira y sus viejos fantasmas.
Lo que observamos, escuchamos e intuimos en Das wisse Band te impresiona, te revuelve y se agiganta al recordarla.
La lista completa del palmarés de la competencia oficial, a continuación:
- PALMA DE ORO: “Das weisse Band” (“La cinta blanca”) de Michael Haneke
- GRAN PREMIO: “Un profeta” de Jacques Audiard
- MEJOR DIRECCION: “Kinatay” (Matanza) de Brillante Mendoza.
- PREMIO DEL JURADO: Ex aequo “Fish tank” de Andrea Arnold y “Thirst” de Park Chan-wook.
- PREMIO EXCEPCIONAL DEL JURADO: Alain Resnais por el conjunto de su obra.
- MEJOR ACTRIZ: Charlotte Gainsbourg por “Anticristo” de Lars von Trier.
- MEJOR ACTOR: Christoph Waltz por “Inglourious basterds” de Quentin Tarantino.
- MEJOR GUION: Feng Mei por “Noches de embriaguez primaveral” de Lou Ye.
- CAMARA DE ORO: “Samson and Delilah”, de Warwick Thornton.
- PALMA DE ORO DEL CORTOMETRAJE: “Arena” de Joao Salaviza