Es absolutamente fundamental adaptarse a los directores. No lo digo por parafrasear. Para mí, la complicidad es confianza. Cuando se produce esa complicidad es como viajar en canoa. Yo no he rechazado ningún trabajo por falta de entendimiento con el director, es más, me siento absolutamente querido, a veces de manera desmedida. Quizá en los primeros años, cuando uno no tiene todavía dibujada su estrategia, hay más desconfianza, pero después de tantos años de experiencia sabes por qué te llaman y lo que tú puedes ofrecer. Para explicar esta relación siempre digo lo mismo: ‘¿Cuál es el mejor pescado? El más fresco. ¿Cuál es el mejor director? El que más te quiere’. Así de simple. Obviamente, hay pescados mejores y peores y directores también, pero ese eslogan funciona siempre.
Vía | El País