Brüno, la película más reciente protagonizada por Sasha Baron Cohen, tuvo un comportamiento inusual en su recaudación de taquilla. Después de un respetable estrenó, al día siguiente su recaudación cayó a menos del 50 por ciento. La caída se le atribuyó al boca-a-boca negativo generado por Twitter y otras redes sociales.
En los medios tradicionales uno puede leer por estos días que District 9, ópera prima del surafricano Neil Blomkamp producida por Peter Jackson, ha resultado ser el caso inverso a Brüno: una película cuya taquilla ha sido catapultada por los comentarios positivos en las redes.
Pero el influyente blogger David Poland está en desacuerdo con ambos ejemplos sobre el Efecto Twitter:
Puede “El Efecto Twitter” mover 2 millones de dólares en la recaudación de taquilla de una película? Eso son 200 mil tickets/espectadores que han tomado la decisión basados en las respuestas de Twitter. Lo dudo mucho. Si esa fuese una propuesta realista, sería un nicho lo suficientemente grande como para demandar atención, pero no algo que cambiaría las reglas del juego.
Pero de acuerdo con Ad Age Chart –en el que yo no confío plenamente– sólo ha habido una película con más de 120 mil tweets en un día, sin información sobre cómo la gente creó esos mensajes. Si cada uno de esos tweets tiene el mismo tono, positivo o negativo y cada uno de ellos influyó para que dos personas compraran entradas, o dejaran de comprarlas para el día siguiente, esos serían 2,4 millones en ventas de entradas en juego.
Si tomamos todo lo anterior como realista –que no lo es– ¿cuánto afectaría la taquilla de una película que haya recaudado 10 millones de dólares durante el fin de semana de su estreno? Seis o siete por ciento…
Ahora… De nuevo… Yo ni siquiera pienso que eso sea verdad. Pero si lo fuera, ¿podríamos preguntarnos si el “Efecto Twitter” hará irrelevante el mercadeo de Hollywood?
Desde luego que no…
A mí me sigue resultando curioso el desmedido entusiasmo que exhiben los medios tradicionales por Twitter. Nada comparable, por cierto, con la fría acogida que le dispensaron a formato del blog cuando se popularizó hace casi un lustro.