Desde el viernes he estado pensando cual enfoque adoptar para una nota sobre el Foro de Políticas Públicas en el Cine, convocado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Uno de los problemas con los que me enfrento es la falta de conclusiones. Algunas de las mesas no cerraron, la discusión ha continuado y la plenaria final ha sido postpuesta para el próximo 21 de Marzo (2007). Sin embargo, puedo adelantar algunos apuntes, desde una perspectiva absolutamente personal, subjetiva y parcializada:
- La participación de los jóvenes cineastas (entre quienes NO me incluyo, desde luego) fue exigua, por no decir nula. No obstante, algunos de los que asistieron parecen haber cobrado conciencia de la necesidad de organizarse para defender sus derechos y su espacio. Una organización de cortometrajistas, por ejemplo, podría tener representación en la Comisión de Estudios de Proyectos del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC).
- En su intervención en la plenaria inaugural, un representante gremial expresó que no estaba de acuerdo con que se aprobaran tantas óperas primas, una opinión que seguramente dejó un mal sabor en la boca a los jóvenes presentes.
- ¿Existe realmente un recelo por parte de ciertos sectores del cine venezolano hacia la emergencia de una generación de jóvenes cineastas?
- Si es así, pienso que está fundado en un malentendido. Cuando usé en una misma frase los términos “generación” y “relevo”, la reacción de algunos cineastas no fue, en modo alguno, digamos que divertida. Mis interlocutores, realizadores de larga trayectoria, consideran que la frase “relevo generacional” implica su propia exclusión del cine nacional. Una suerte de “quítate tú, para ponerme yo”, de “pásame el testigo y apártate”, una “mezquindad hacia los aportes de la actual generación de cineastas activos”. Como dijo uno de los presentes, “¿por qué tendría yo que dejarme relevar por nadie?”.
- Sin entrar a considerar las implicaciones de semejante interpretación, puede que sea más apropiado usar “nuevas generaciones” en vez de “generación de relevo”, a la hora de discutir.
- Noté una mayor y mejor disposición por parte de los representantes de los organismos oficiales a la idea de promover una renovación del cine venezolano.
- De lo que sí estoy completamente seguro es del daño que causó a la discusión, la cantidad de emails anónimos que circularon en los días previos al foro. La campaña de marras redujo a simples chismes, temas que habrían podido ser discutidos con toda seriedad.
- Si las denuncias de “La Lusitana” tenían alguna base, el Foro era la ocasión propicia para presentarlas. No me queda claro a quién (o a quiénes, o a qué sector) buscaba beneficiar semejante estrategia. Acaso sólo buscaba perjudicar a ciertas individualidades, como todo chisme. O sólo se trató de un desplante de algún enfant terrible del cine nacional, sin mayores consecuencias.
- Tal y como lo propuse en la mesa de trabajo, la información es vital para combatir este tipo de campañas, que lo único que logran es seguir engordando algunos garrapatosos prejuicios sobre el cine venezolano. Las decisiones de los organismos oficiales deben ser transparentes y estar acompañadas de explicaciones diáfanas, que no den lugar a dudas. Transparencia informativa, es la clave.
- Como escribí en El Espacio de Lubrio, la discusión sobre la clase de cine que queremos culmina cuando las partes se atrincheran en sus respectivas posiciones partidistas (de oficialismo y oposición), aunque estoy consciente de que en la actuales circunstancias es casi imposible que ello no ocurra.
- Finalmente, una nota un tanto críptica: la pluma sigue siendo más poderosa que la espada.