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El Enemigo está entre nosotros

Dario Soto y Daniela Alvarado
Dario Soto y Daniela Alvarado
El Enemigo, último filme de Luis Alberto Lamata, es una rareza en el panorama del cine venezolano. No sólo porque fue rodada de forma independiente, con un exiguo presupuesto en apenas dos semanas, ni porque en esta era del HD está filmada con una cámara de video de definición estándar, sino porque empieza donde terminan muchas otras películas que se adentran en el tema de la violencia: en el examen de las consecuencias del acto violento.

Por eso, allí donde en otras películas hay tan sólo frivolidad –porque recurren a la violencia para apelar a las bajas pasiones del espectador con el único fin de generar ingresos taquilla–, en El Enemigo hay dilemas morales derivados de la necesidad del castigo y la aplicación de justicia. En El Enemigo, la violencia no es juego de carritos. Todo lo contrario, adquiere dimensiones dostoievskianas. Una violencia sin edulcorantes ni, mucho menos, glorificaciones.

El Enemigo es una película política, en el más estricto sentido del término. Allí donde otras películas apelan a la estridencia y vacuidad de la diatriba partidista-burocrática-televisiva cotidiana; El Enemigo profundiza en las secuelas de la violencia desde una perspectiva humana, sin facilismo. Por eso, mientras otras películas están condenadas por el tiempo a convertirse en parodias de sí mismas; acaso El Enemigo esté destinada a perdurar.

Como quiera que su trama transita por los vericuetos del dolor humano, donde en otras películas hay misantropía, en El Enemigo hay humanidad, donde en otras películas sólo hay odio para sus propios personajes, en El Enemigo hay compasión.

Quizás sea esta la razón, el punto de partida para las valerosas interpretaciones de su cuadro actoral.

Carlos Cruz y Lourdes Valera se echan al hombro la película y la llevan adelante con coraje. Pero el resto del reparto no se queda atrás y ejecutan interpretaciones de quirúrgica precisión. Pienso en Daniela Alvarado, que aquí demuestra la materia de la que está hecha como actriz; en Elba Escobar, que en breves instantes dibuja el interior desolado de un personaje arrasado por el dolor y la sed de venganza; en Gledis Ibarra, a quien le bastan un par de minutos para grabarse para siempre en la mente de los espectadores. Y este patrón, el de la efectividad y precisión actoral, lo repiten todos y cada uno de los demás intérpretes: Aroldo Betancourt, Dario Soto, Caridad Canelón, Napoleón Rivero, Beatriz Vásquez, Marcos Durán, por nombrar unos pocos. Personalmente, no puedo dejar de mencionar a Johanna González y Adriana Devia, quienes interpretan a las más sexys y terroríficas bichitas que yo recuerde en el cine nacional.

El Enemigo ya está en las salas. Vayan a verla.

El Enemigo | Página Oficial | Trailer

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