¿Por qué se arma tal escándalo por la no postulación a los Oscar de Secuestro Express, si nada impide que sea postulada por Miramax a las principales categorías de los premios de la Academia?
Tres años atrás, el excelente filme Ciudad de Dios, fue postulado al premio Oscar como mejor película de habla no inglesa (o película extranjera) para representar a Brasil.
Y no obtuvo la nominación.
No obstante, un año después, la misma película obtuvo varias nominaciones a las principales categorías: mejor película, mejor cinematografía, mejor director, mejor edición, mejor guión adaptado.
¿Cómo se podía explicar el hecho de una película que había sido rechazada el año anterior para ser nominada como mejor película extranjera, ahora estaba nominada en las principales categorías del premio? ¿Cómo pudo pasar?
Entonces, leí un artículo que especulaba sobre las posibles razones que tuvo el comité seleccionador de las películas extranjeras para rechazarla. En realidad, el artículo se centraba en una sola razón: la avanzada edad de los integrantes del comité, ancianos venerables más inclinados a escoger cintas que no representen peligro alguno para la tensión arterial y no alteren el ritmo cardíaco.
Como La Fiesta de Babette, por ejemplo, aquella película sobre una señora que le cocina perdices a unos ancianitos.
Miramax, distribuidora que poseía los derechos de Ciudad de Dios, no lo dudó al año siguiente postuló el filme de Fernando Meirelles y Kátia Lund a las principales categorías. Y la votación de la Academia la favoreció.
¿Puede un filme extranjero optar al premio como mejor película y competir con las gringas? La respuesta es sí. Ya lo han hecho antes decenas de otras películas.
¿Podría Secuestro Express de Jonathan Jakubowicz optar entonces al premio como Mejor Película?
La respuesta es otra pregunta: ¿y por qué no?
Las reglas del Oscar son claras al respecto:
Películas de todos los países son elegibles para los premios anuales (…) siempre y cuando cumplan con los requerimientos de otras reglas aplicables y sean subtituladas al inglés si son exhibidas en un idioma extranjero. Si ha sido exhibida durante una semana en algún cine de Los Ángeles y está subtitulada al inglés, nada se lo impide
Claro, pero siempre y cuando Miramax quiera postularla y apoyarla con su poderosa maquinaria publicitaria. ¿Por qué no lo ha hecho? ¿Por qué los representantes de la filial de Disney han armado semejante escándalo en Venezuela si es que la película cumple con todos los requisitos para optar a otras categorías mucho más importantes?
¿O es que Miramax sí ha postulado Secuestro Express, pero ya ha sido rechazada?
Yo he trabajado en las nominaciones de películas como Fresa y Chocolate y otras de países con dictaduras. Nunca habían jugado tan sucio.
Las declaraciones de Sandra Condito, vicepresidenta de producción de Miramax, resultan bastante enigmáticas, si se toma en cuenta que nada les impide postular la película a los premios. ¿Quiénes juegan sucio? ¿Los miembros de la Academia, los venezolanos, los cubanos?
¿Qué tiene que ver Fresa y Chocolate, el filme del maestro Tomás Guitiérrez Alea, con Secuestro Express? Sería interesante saber en qué otras nominaciones de películas de países dictatoriales ha trabajado Sandra Condito.
Colin Vaines, vicepresidente de Miramax, no se quedó atrás en cuanto a declaraciones enigmáticas:
Secuestro Express era un triunfo asegurado para toda Venezuela. Hasta al director de la otra película le convenía que Secuestro Express fuese nominada. No recuerdo muchos casos en los que gobiernos que arremeten contra la cultura queden bien parados.
Si es un triunfo asegurado para Venezuela, probablemente también sea un triunfo asegurado para Miramax. Entonces, otra vez pregunto ¿por qué Miramax no hace lo mismo que hizo con Ciudad de Dios?
No se me ocurre otra explicación que el dinero y la crítica. En este caso, el escaso dinero que en los Estados Unidos obtuvo Secuestro Express. Difícilmente un filme que sólo recaudó 300 mil dólares en taquilla —una enorme cantidad para un pequeño mercado como el venezolano, pero un fracaso económico para los estándares hollywoodenses— tenga oportunidad alguna de ser nominado y, menos aún, ganar el Oscar a la mejor película. Mucho menos si la reacción de los críticos ha sido tibia.
La gente de Miramax lo sabe.
O quizás, se me ocurre una explicación mucho más simple: que ni ellos mismos creen en los insoslayables valores de su propia cinta.
Lo más curioso de todo es que, y acaso esto también lo sabe la gente de Miramax, existen más probabilidades de que el cortometraje Los Elefantes Nunca Olvidan de Lorenzo Vigas obtenga la nominación y hasta se traiga el primer premio Oscar para Venezuela que Jakubowicz y su película.
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Con información de | El Universal
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