Acabo de ver el demoledor documental de José Padilha y Felipe Lacerda, Bus 174. Creo que aún no me recupero del impacto emocional.
La trama central del documental Bus 174 es una crónica del trágico secuestro de un autobús en Rio de Janeiro, protagonizado por un joven delincuente llamado Sandro do Nascimento, el 12 de junio del año 2000.
La crónica es a la vez una suma de desaguisados e improvisaciones, imposibles de entender, por parte de los cuerpos policiales. Un caso de delincuencia común que, por la acción de unos medios sensacionalistas, se transforma en un drama absurdo. Pero de épicas proporciones. Y horribles consecuencias.
Sandro de Nascimento, origen
En Bus 174, Padilha y Lacerda no se conforman con el frívolo recuento de los hechos, ni buscan la simple y superficial reacción visceral de los espectadores.
Los realizadores van más allá y hurgan en el pasado de Sandro de Nascimento para descubrir las claves de una vida marcada por la violencia. Y con la terrible historia de Nascimento también descubrimos las claves de una sociedad no menos violenta y excluyente.
Bus 174 es además un documental que avanza con el suspense propio de un thriller de ficción. La última secuencia en el autobús es una lección de montaje. Acaso una de las mejores secuencias de la historia del género del documental.
Mientras que, por otro lado, los momentos finales del secuestro, cuando una enardecida turba de curiosos y periodistas rodea el autobús, constituyen uno de los más espantosos retratos de la humanidad que yo haya visto en mi vida.
Creo que no tengo palabras para describir la manera en la que esta película me ha sacudido. Todo lo que acaso se pueda añadir es que se trata de un film imprescindible.