Hasta hace poco, más fácil entraba un camello por el ojo de una aguja que el proyecto de un joven venezolano por la puerta del CNAC (Centro Nacional Autónomo de Cinematografía).
Como lo señalamos en cierta oportunidad, existía una marcada desproporción generacional en los proyectos aprobados. Por cada cinco cintas de realizadores experimentados, apenas había una una ópera prima. Y los veteranos solían tener preferencias. Si no sobraba dinero después del reparto entre sus proyectos, pues no se aprobaba ninguna ópera prima.
¿Ha cambiado la situación?
Creo que ligeramente.
Me da la impresión que en el CNAC se aprueban más óperas primas, pero su número sigue siendo inferior al de las películas de los realizadores venezolanos de trayectoria. En la Villa del Cine, puede que ocurra lo contrario: el número de óperas primas excede al de películas dirigidas por veteranos. La diferencia, entre ambas instituciones, es fundamental. Usualmente, los proyectos aprobados por el CNAC pertenecen a sus realizadores. En el caso de la Villa, no suele ser así.