A propósito del estreno de su última película, The Hurt Locker, The New York Times publica una semblanza de Kathryn Bigelow. El filme se centra en las actividades de un escuadrón de explosivistas en Irak, lo que acaso lo dice de todo.
Según el reportaje, la película resulta incómoda para muchos críticos pues no contiene, en apariencia, un mensaje antibélico. Todo lo contrario, gracias al extraordinario estilo de la realizadora, el publico casi puede sentir el vértigo de la adicción a la guerra.
The Hurt Locker no transita por el camino de productos militaristas de Holliwood del tipo Top Gun y Transformers, pero tampoco es un sermón antibélico. Es un diagnóstico, no prescriptivo: es una mirada analítica, pero visceral, a la forma en la que la experiencia de la guerra cambia a los hombres, de qué mala manera les come el cerebro hasta volverlos adictos a ella.