Holy Motors, de Léos Carax, es una de las películas del año (pasado). El realizador de Mauvais Sang rompió su silencio de más de una década con un film fragmentado, metafórico, y (auto, meta) referencial que, al mismo tiempo, es todo un tour de force actoral para su actor fetiche, Denis Lavant.
El film ha pasado como un tornado por todos los festivales en los que ha sido presentado, arrasando con premios y elogios.
Una de las escenas de la película, el inexplicable e inexplicado interludio en el que Lavant interpreta una versión al acordeón de ‘Let my Baby Ride’ de R.L. Burnside, se ha convertido en un fenómeno viral en la red, además de haber sido reconocida por muchos críticos como una de las mejores secuencias del año (ciertamente, una escena que nada tiene que envidiarle a la de Modern Love, de Mauvais Sang, o la escena de los fuegos artificiales de Les Amants du Pont Neuf).
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