No hay nada glamoroso en hacer, en rodar una película. Nada. Absolutamente nada. Ni siquiera los estrenos, con sus alfombras rojas y sus actrices y actores guapos y bien vestidos, lo son. Al menos, no para los realizadores. Tampoco para los actores, ciertamente. Los estrenos puro nerviosismo, sólo alteración.
A estas alturas, con un iPhone puede hacerse casi todo. Desde tomar fotografías y video, hasta manejar tu email y redes sociales. Desde llevar un control de calorías, glucosa, tu período menstrual y tu tensión arterial, hasta imitar el detestable sonido de uñas rasgando una pizarra. Los profesionales del cine también tienen unas cuantas aplicaciones útiles: bases de datos, claquetas electrónicas, listas de gels y filtros de fotografía, calculadores de código tiempo. Más adelante, haré una lista detallando algunas de ellas.
Les presento ahora la herramienta que faltaba: Screenplay. Se trata de una aplicación que, como ya lo advertimos en el título, sirve para escribir guiones en tu teléfono.
Claro, yo sé que es poco menos que un disparate pretender escribir todo un guión en uno de estos bichos, cuyo teclado virtual, para estos menesteres, debe ser algo así como la distancia más corta entre tu teléfono y el manicomio.
Pero, ¿saben qué? Caracas es la ciudad de la espera. Perder el tiempo es el deporte favorito de los caraqueños. Se pierde tiempo en embotellamientos de tráfico y en las colas del banco, esperando a que alguien se digne a firmarte el cheque y que se termine de rendear el efecto. Pierdes un tiempo precioso esperando que terminen los comerciales y arranque la proyección de la película o que venga la electricidad para poder seguir escribiendo. Pierdes tiempo esperando al funcionario que salió a fumarse un cigarrito y que llegue la secretaria que bajó un momentico a la peluquería.
Mientras sobrevolaba el Atlántico rumbo a Europa, enlatado en un 747 de AirFrance, temía encontrarme a mi llegada con un continente devastado por la crisis económica, con negocios clausurados, restaurantes desiertos, desempleados dándole de comer a las palomas en los parques y mendigos durmiendo en los portales, arropados con diarios.
Mis peores temores parecieron confirmarse al llegar a Gijón, un sábado por la tarde. Efectivamente, me topé con calles solitarias, las santamarías de los comercios bajadas y un mendigo en una silla de ruedas. Después de arrastrar mi maleta a lo largo de 10 cuadras y mientras rellenaba el formulario de registro, no me contuve y le comenté a la recepción del hotel cómo me había impresionado tanta desolación.
Asistí con mi guión Tres Bellezas, una comedia negra sobre la obsesión venezolana con la imagen femenina, la estética, los concursos de belleza y las cirugías plásticas, una historia cuyo primer argumento data de una década atrás. Exactamente, 11 años: debí escribirlo a mediados de 1998. Tres Bellezas fue seleccionado, junto a otros 11 proyectos, de entre 147 proyectos presentados procedentes de América Latina y España.
Para esta edición fueron postulados 147 guiones, de los que 11 quedaron seleccionados.
El encuentro está organizado por la Consejería de Cultura y Turismo del Principado de Asturias, y es es el único Laboratorio de Guiones que, bajo la metodología de trabajo desarrollada por el Instituto Sundance, se realiza en español y se viene llevando a cabo en México desde hace 18 años.
Yo sospechaba que nuestros problemas (los del cine venezolano en Venezuela, quiero decir) serían parecidos a los de cine mexicano (en México) o el cine brasileño, en Brasil. Lo que nunca me imaginé es que fuesen tan parecidos.
Después de conversar con varios directores, productores y guionistas en el festival iberoamericano de cine de Fortaleza, me doy cuenta de que las cinematografías nacionales atraviesan problemas similares en toda Latinoamérica. aunque acaso, Argentina sea una excepción. También las soluciones resultan similares.
A continuación, algunas notas sueltas sobre el asunto:
Mercado no es gente: México tiene alrededor de 100 millones de habitantes. Brasil tiene el doble. No obstante, durante el festival escuché decir, en más de una ocasión, que ni en México hay mercado para el cine mexicano, ni en Brasil para el suyo.
A la gente no le gusta su cine: o, al menos, cómo es representada en las pantallas por los cineastas nacionales. La vieja queja del cine de putas, policías y malandros, en el que sólo se dicen palabrotas, se repite con las variantes de argot respectivas en varios países, según me contaron algunos realizadores.
Free de Chris Anderson, el editor de la popular revista Wired y autor de un texto fundamental para entender la economía y los negocios en la era digital, The Long Tail. Free tiene un tema radical y polémico, que más de un crítico ha tachado, no sin cierta gracia, de comunista, acaso por sus implicaciones … Leer más
[youtube width=”560″ height=”340″]http://www.youtube.com/watch?v=3TlCGh5Pc90[/youtube] Un equipo de investigadores de la universidad de Wisconsin-Madison y Adobe, presentarán en la conferencia de SIGGRAPH, en agosto próximo, su revolucionario enfoque de la estabilización de imagen vía software. Básicamente, los investigadores han desarrollado un sistema que recrea la tridimensionalidad del recorrido de la cámara, partiendo de puntos de seguimiento en … Leer más
¿Por qué el cine español es malo? ¿Lo es? Yo no lo creo, pero muchos españoles no parecen estar de acuerdo conmigo. A juzgar por lo que uno ve y lee en los medios tradicionales e internet, da la impresión de que los españoles odiaran tanto su cine como nosotros el nuestro. ¿Por qué? Cine … Leer más
No-Do es un cuento de terror dirigido por Elio Quiroga, cuya trama tiene un punto de partida interesante, al menos:
No-Do nos propone un cuento terrorífico de fantasmas y secretos que parte de unos hechos reales extraídos de la Historia reciente de España, cuya existencia ha dado lugar a todo tipo de especulaciones y rumores. Se trata de los “No-Dos secretos”, unas filmaciones realizadas confidencialmente por el Régimen Franquista para la Iglesia Católica en los años 40 y 50 documentando fenómenos milagrosos, apariciones marianas, prodigios y sucesos parapsicológicos.
Yo, la verdad, no tenía noticias de estos “No-Dos”.
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