Desde que apareció el Final Cut Pro X, cuyo diseño favorece este tipo de interacciones —por ejemplo, yo prefiero el Magic Trackpad al ratón, a la hora de editar.
Y es que un sistema basado en gestos, nos remite a los tiempos de la edición lineal en mesas Steenbeck o KEM —a los editores de mi generación, aclaro; pues otros se remontarán hasta las añejas moviolas verticales— cuando el montaje no sólo era un ejercicio mental, sino también físico.
El arribo de las pantallas táctiles, de los teléfonos inteligentes y las tabletas, acercó aún más esta posibilidad: