Yo sospechaba que nuestros problemas (los del cine venezolano en Venezuela, quiero decir) serían parecidos a los de cine mexicano (en México) o el cine brasileño, en Brasil. Lo que nunca me imaginé es que fuesen tan parecidos.
Después de conversar con varios directores, productores y guionistas en el festival iberoamericano de cine de Fortaleza, me doy cuenta de que las cinematografías nacionales atraviesan problemas similares en toda Latinoamérica. aunque acaso, Argentina sea una excepción. También las soluciones resultan similares.
A continuación, algunas notas sueltas sobre el asunto:
- Mercado no es gente: México tiene alrededor de 100 millones de habitantes. Brasil tiene el doble. No obstante, durante el festival escuché decir, en más de una ocasión, que ni en México hay mercado para el cine mexicano, ni en Brasil para el suyo.
- A la gente no le gusta su cine: o, al menos, cómo es representada en las pantallas por los cineastas nacionales. La vieja queja del cine de putas, policías y malandros, en el que sólo se dicen palabrotas, se repite con las variantes de argot respectivas en varios países, según me contaron algunos realizadores.