El nombre de Alexander Sokurov, aunque conocido por muchos cinéfilos, se hizo universal tres años atrás cuando estrenó ese tour de force llamado Russkiy kovcheg (Russian Ark), un filme cuya asombrosa puesta en escena superó con creces los riesgos que Alfred Hitchcock corrió en La Soga y los que Miklós Jancsó, el genio del plano-secuencia, asumió en casi toda su obra. Russian Ark está rodada en su sólo plano continuo —sin cortes— de 96 minutos y su trama recorre tres siglos de la historia rusa.