Entre 1930 y 1931, Fritz Lang se encontraba enfrascado en el proyecto de un filme que se titularía Los Asesinos están entre nosotros, cuando el jefe de los estudios Staaken le prohibió el acceso. Lang replicó, enardecido:
¿Cuál era la razón de tal conspiración contra un filme sobre el Peter Kürten, el asesino y violador de niños de Düsseldorf?
El director de los estudios enseguida cambió de opinión. Le pidió disculpas y le entregó las llaves del set. Fue entonces cuando Lang se fijó en la insignia del partido Nazi que el hombre llevaba prendida en la solapa y comprendió todo lo que había sucedido: el título le había hecho creer a aquel hombre que se trataba de una película contra el partido nacional—socialista al que pertenecía.
Para evitar mayores confusiones, Lang estrenó su filme con el título de M, el mismo año en el que Kürten era ejecutado.