He estado evitando todos estos días el Festival de Cannes.
La verdad es que ya aburre un poco tener que escribir a juro sobre películas que acaso nunca llegue a ver. Además, en la últimas ediciones del evento, no ha aparecido nada que a uno le haga exclamar qué bárbaro, qué películón.
Hasta que apareció Lars von Trier, Antichrist.