Este fin de semana, Roman Polański por fin fue alcanzado por su pasado: detenido y encarcelado en Suiza, donde había viajado para recibir un premio por su trayectoria, ahora encara su posible extradición hacia los Estados Unidos.
En 1977, el realizador franco-polaco fue acusado de seducir y violar a una niña de 13 años. Polański admitió haber mantenido relaciones sexuales con la niña, aunque siempre alegó que habían sido voluntarias: entonces, tenía relación sentimental con la menor. Pero la ley californiana considera como violación toda relación sexual con menores de edad. Liberado bajo fianza después de permanecer detenido poco más de un mes, viajó a Europa y nunca más pisó suelo estadounidense.
Su actual detención en Suiza, poco más de tres décadas después, ha reavivado la polémica sobre su caso. ¿Debería estar detenido alguien que por más de 30 años ha demostrado no ser un peligro para la sociedad y que tanto ha contribuido al arte cinematográfico mundial? Tal es la pregunta que se hace el ministro de cultura francés Frédéric Mitterrand.
La ministra suiza de Justicia, Evelin Widmer-Schlumpf, no está de acuerdo con este enfoque.