Tecleo esta actualización como en los viejos tiempos. De mañana, en mi estudio y en mi antigua iMac blanca que semeja a una vieja, venerable anciana, de cabellera encanecida. Como en los viejos tiempos, el sol matutino entra con fuerza por la ventana y hace visible el vapor que emana de la taza de café. Es domingo.
No tengo que ni decirlo, pues ya ustedes lo saben: no he escrito mucho por estos días. Mejor dicho: no he escrito nada desde hace muchos días.